Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Vicent Chilet

El kilo de leyenda

Las últimas dos temporadas de Villa en el Valencia fueron igualmente de exitosas en cuanto a goles, siendo el máximo goleador español de nuevo. Aunque el equipo no pudo levantar ningún título más, Mestalla disfrutó del carácter y de los goles del asturiano, ya asentado como super clase mundial. J.M. López

“Chilèti, ¿y hoy a cuánto está el kilo de leyenda?”. La frase es una de tantas que no he olvidado de José Vicente Aleixandre, mi jefe, recordado por el president Ximo Puig en la gran gala del 150 aniversario de Levante-EMV como lo que siempre será, el mejor periodista deportivo valenciano de todos los tiempos, capaz de trazar desde sus Apuntes un ácido retrato de la sociedad local, tomando como base un Valencia-Osasuna cualquiera. “¿Y hoy a cuánto está el kilo de leyenda?”, me insistía de vez en cuando Álex, ironizando sobre alguna adjetivización hiperbólica que había escrito en algún reportaje, para referirme a algún jugador de la época, menuda época, aquel Valencia que se desplegaba con elegancia por Europa.

En la burla amable de Álex se proyectaba la memoria de haber convivido con el mejor Kempes, de haber sido amigo íntimo de Pasieguito, Puchades o Johnny Rep, de haber presenciado en el 79 la explosión juvenil de Maradona en el mismo Monumental. Así que modera esos adjetivos, muchacho. Por mucho que el periodismo deportivo, pasional por naturaleza, tienda a una exageración acelerada estos días con los titulares con glutamato del “click bait”, entre estrella, figura, mito y leyenda siempre habrá una gradación de grises que conviene respetar. Y más con el “background” de más de un siglo que nos precede, que quedan casos como el de Juan Ramón Santiago por reivindicar a nivel de club. Pero ante esa verdad impepinable se descubre, también, el impacto generacional del presente. Esa era mi bandera, ante la autoridad casi sacerdotal de Aleixandre, cuando sentencié que al goleador decisivo de una semifinal de Champions se le tributaba un tratamiento de leyenda. Lo mismo que la “Generación Aimar” pueda decir de aquel mediapunta bajito que contagiaba una variable indetectable en el big data: la emoción.

De la cotización del kilo de leyenda me he acordado estos días, con el debate sobre la lona que se desplegará en honor de David Villa en el Valencia-Barça de este sábado. Sus 128 goles en 220 partidos y la profesionalidad exquisita marcaron una época para una gran parte del público que sigue llenando Mestalla. Y también para jugadores del primer equipo. El Guaje fue el ídolo de Gayà y, en privado, a Carlos Soler le enorgullece haber jugado los mismos partidos en el Valencia que su jugador favorito. Los números de Villa, con permiso del “mestre”, le aproximan a la estela enciclopédica de los Mundo, Waldo, Kempes y Piojo y se estrechará más aún con el paso de los años. Además, no viene mal en la encrucijada actual ensalzar a los mejores. El “fair play” es el que es pero la nostalgia (y no la esperanza) es lo último que se pierde. Y bien empleada, debe ser un recordatorio de una exigencia que no debe desaparecer jamás. Condecorando festivamente a tus estrellas-mitos-leyendas, convocando la emoción y la memoria de los 45.000 presentes, el Valencia es capaz de provocarle arcaicas pesadillas al Barça y que acabe capitulando, como ya lo hizo en más de 40 ocasiones en el viejo, ruidoso y nocturno Mestalla.

Compartir el artículo

stats