España ganaba por siete y seguía presionando arriba, como una manada de fieras. Los ticos le pusieron enfrente a once internas de un convento de carmelitas descalzas. Y las trituraron sin piedad. Como exige la ley del fútbol y quiere la afición. La marea roja empieza a formarse. Si alguien tenía dudas, desaparecieron de un plumazo. En cinco minutos ya se vio que estos chicos no saben lo que es el maldito temor a las grandes ocasiones. No hay grandes estrellas pero sí futbolistas con personalidad. Sea.

Que nadie minimice. Irán no era mucho mejor que estos y las pasamos canutas no hace nada, en esa Rusia para olvidar. Y así tantas otras veces en las que el Salinas de turno la mandaba siempre fuera. Esta España no deambula como antaño. Aquí el que no tira desmarques hasta desfallecer, no juega. Aquí no hay Iscos al trote cochinero. Aquí se pierde el balón y se saca el machete para recuperarlo de inmediato. Se ven trabajo de campo, alternativas y determinación. Por eso van a sudar sangre para echarnos.

El partido fue un entrenamiento con equipación oficial. Costa Rica fue una vergüenza para el torneo. Pero la culpa no es nuestra, sino de la FIFA. Optó Luis Enrique por Rodrigo de central y el país entero respiró. Si es anuncio de intención futura, alabado sea Lucho. Se vio chispa y movilidad en casi todos. Por no faltar, incluso Duarte regaló un penalti absurdo marca de la casa. Se pensaba que estaba en Orriols y no pudo resistir la tentación. Mundial es sinónimo de montaña rusa, pero de momento ya los tenemos a todos revisando predicciones. Lo de la Argentina del Papu y Correa como favorita siempre fue una broma de mal gusto. España se paseó y Alemania se cayó barranco abajo. Japón es el Camerún de hace unos años. Los africanos ya no sorprenden porque juegan como europeos. De hecho son europeos, tipo Iñaki Williams. El estandarte de equipo simpático lo han recogido los nipones. Segunda parte soberbia. Espectáculo de esos que solo se ven cada cuatro años. Corren como demonios y manejan bien la pelota. No tienen complejo alguno. Y su afición celebra los goles como si fueran todos de Cádiz. Nada de intercambiar tarjetas. Saltan y se abrazan como auténticos kamikazes. Uno ya no sabe si hay que disputarle el primer puesto a los alemanes o a estos chicos del sol naciente. Nos vamos a divertir.