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alberto soldado

Va de bo

Alberto Soldado

Adiós a la agricultura

Las gentes de aquel pueblo transformaron tierras de secano en un vergel de naranjos y moscatel. Invirtieron , se endeudaron, con la esperanza de ver crecer sus ingresos con el más digno de los trabajos, aquel que ofrece el pan de la tierra para alimentarse. Aquellas gentes, emprendedoras, capaces de creer en el futuro a pesar de crecientes dificultades no sabían que el destino del sur de Europa no estaba en la agricultura, condenada por las altas esferas a su desaparición, como en otros tiempos desaparecieron la industria siderúrgica o la naval. Aquellas gentes pensaban que eran libres para elegir su futuro, como lo habían sido sus padres y sus abuelos arraigados a la tierra de sus antecesores. No podían imaginar que sus tierras dependían de voluntades lejanas, fondos de inversión extranjeros.

Llegaron las empresas eléctricas y plantaron una subestación. Un bien de interés general que, al menos, se pagó a precio justo, aunque los agricultores tuvieron que pelearlo. Aquella empresa que ahora se queja de pagar más impuestos, si hubiera podido hubiera pagado lo mínimo. Dicen que eso es la ley del mercado, esa que no tiene alma, ni espíritu solidario. Ahora una planta fotovoltaica amenaza con llevarse por delante casi cien hectáreas de ricos cultivos. Placas solares que alimentarán los cables de la subestación eléctrica. Podrían colocarse en tierras yermas, en terrenos no cultivados, abandonados por dueños sin esperanza pero los fondos de inversión sólo ven márgenes porcentuales de beneficios. Y ofrecen dineros ridículos, los mismos que podría pagar un agricultor con esperanza por terrenos de los que ellos sacarán cuantiosas plusvalías. Previamente, sus gentes influyentes ya han procurado cambiar las leyes para evitar la resistencia numantina de los agricultores que defienden sus cultivos, su medio de subsistencia, su tierra. Se procederá, si es necesario, a la expropiación por un interés superior: las energías renovables. ¿Quién se puede oponer a la energía renovable? Los poderosos fondos de inversión procurarán "vender" sus negocios como "benefactores" del medio ambiente, y como "apuestas por la Comunidad Valenciana". Un gran favor, vamos. Han procurado adaptar las leyes para que no les cueste más de lo mínimo imprescindible. En el pueblo tienen la sensación de que "esto viene de muy arriba", y en el concepto de la sabiduría popular eso quiere decir de ‘Europa’. Como vinieron las instrucciones de acabar con la industria siderúrgica, como vienen dictados sobre normas fitosanitarias que encarecen los fertilizantes, a veces doblando el precio en un sólo año, ahogando las últimas esperanzas. Esos ricos vergeles, esos naranjos cuidados con esmero de manos expertas, ese rico moscatel, se sustituirán por plantas de placas solares que ofrecerán un paisaje metálicamente muerto, en contraste con la vida renovada cada primavera. Podrán pagar un dinero que salve alguna hipoteca, que de vida por un tiempo a familias endeudas pero dejarán el rastro de la muerte para siempre. El municipio se resiste, el Ayuntamiento en pleno decidirá retrasar las licencias pero todos saben que "es gente gorda la que está detrás de todo esto…" y que buscarán los caminos de influencias necesarios para someter las resistencia. Y España se desintegrará no por el afán de libertad de algunas gentes de algunos territorios, sino por la pérdida de su soberanía energética y de su soberanía agrícola. Pero ese proceso tiene el visto bueno de muchas élites, a los que les importa muy poco qué serán de las manos que cuidan los naranjos o los viñedos de Godelleta. Y de tantos otros pueblos.

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