Tribuna

El adiós de un humilde campeón

Alberto Soldado

Alberto Soldado

Quico escucha entre nervioso y emocionado la atronadora ovación del trinquete de Vila-real. Sus compañeros, aficionados, dirigentes, le hacen el pasillo. Soro III se marcha de la pilota con un ejercicio de humildad, la misma que le ha acompañado durante toda su carrera deportiva. Se marcha discretamente, con un sencillo y único homenaje, sin más. Lo hace quien puede presumir de haber ganado seis títulos individuales. Nada más y nada menos.

El nieto del Tío Pena, sobrino del principal rival de Rovellet en las tardes del sábado en Pelayo, nacido en las entrañas del trinquete de Massamagrell, quiso atender a la llamada de la sangre. Con apenas quince años le vimos anunciado en el trinquet de Alginet. Era un chaval voluntarioso, decidido, valiente. Con apenas 19 años conquistó el trofeo El Corte Inglés de Galotxa con el equipo de Foios en una inolvidable final frente al entonces poderoso equipo de Godelleta en la abarrotada cancha de Montserrat. Estaba decidido a ser figura grande en los trinquetes. Tenía condiciones para ello. Perseverante en su empeño, acompañado de una férrea voluntad, a imitación de su ídolo, Álvaro de Faura, alcanzó sus sueños y entró en el olimpo de los dioses del Joc de Pilota. Verle restar era un espectáculo sin igual. Obuses irrestables para cualquier pelotari eran devueltos con pasmosa facilidad. Impresionaba ver que una pelota que iba para quinze del rival acababa siendo anotada en su cuenta. Esa jugada, que ejecutaba con impactante facilidad, para desesperación de los rivales, le llevó a la cima, al reinado indiscutible de la Escala i Corda. Nunca antes se había visto en los trinquetes restar obuses convirtiéndolos en misiles irrestables dirigidos al “palquet”. Con poderosa volea, perfecto “dau” y dominio de todas las pegadas, ganaba el Individual y abrazaba a su padre, a su madre. a sus tíos, a los suyos. Los dedicaba a “todos los que sufren conmigo”. Nunca tuvo un mal gesto ni una mala palabra. Sufría en silencio las injusticias de un sistema con el que era crítico. Siempre fue de voluntad libre, cuando empezó, cuando estaba en las cumbres y cuando optó por decir adiós con toda la discreción, a pesar de demostrar que tenía condiciones para mantenerse en la élite algún tiempo más. Bastó una sutil duda para tomar una firma decisión. No reclamaría caridad. Se había ganado el derecho a marcar su agenda y su estilo de despedida. Lo hizo acorde con su forma de ser.

Ahora se dedicará a formar a los jóvenes pelotaris en el área de rendimiento de la Federació de Pilota. Le gusta el reto que le permite seguir vinculado al mundo que ama. Graduado en Topografía y Ciencias de la Actividad Física, Francisco Soro, “Soro III”, se ha ganado el respeto y la sincera admiración de todos. Todo un campeón.

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