Valencianeando

La cancelación de la capital del diseño

La celebración mundial del 2022 en València ha pasado sin pena ni gloria, mientras no se demuestre lo contrario

El corazón de València, Capital Mundial del Diseño

El corazón de València, Capital Mundial del Diseño / F. Calabuig

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

Lo de las capitalidades mundiales se nos ha ido de las manos. Hacen competencia a los días internacionales de cada hoja de calendario. Por ejemplo, hoy celebramos el Día Mundial de la Electricidad Estática y el del Ascenso en Globo en Estados Unidos. Mañana, el de la Gente Corriente, el miércoles, el del Agradecimiento y el de Planificar tus vacaciones. Pero, ojo, el jueves es el Día Internacional de Besar a un Pelirrojo, según diainternacionalde.com, el portal que más sabe del asunto. Acabamos de pasar todo un año de Capital Mundial del Diseño, que no digo que sea como el Día Mundial del Chicle del próximo sábado 13, pero ¿cómo hemos quedado? ¿Ganado o perdido? Más allá de las sufridas cifras macro facilitadas por la organización (visitantes, ingresos, retorno reputacional, etc.), tengo la sensación que hemos empatado, que en este caso parece el peor resultado. Quitando de los carteles oficiales -todavía quedan-, hasta bien entrado el año no se instaló la estructura efímera del Ágora en el lugar donde se planta la falla municipal, y no hubo una sensación colectiva de estar en medio de una conmemoración planetaria. Luego, diría que tampoco. No será por la buena voluntad de los organizadores y patrocinadores, sobre todo privados, aunque la pregunta es qué queda de todo eso.

Declaración universal

Porque sin dudar del nivel de acontecimientos, personalidades, empresas y comunicados, desconozco la aportación mundial de València para un mejor diseño universal. Y talento en el sector nos sobra. Pero si los que hemos estado muy atentos al variado programa de actos tenemos esa percepción, igual es que las cosas no se han hecho bien del todo. En noviembre se reunieron aquí los referentes mundiales de política del diseño, que aunque no son muy habituales en la agenda pública -Ezio Manzini (presidente de DESIS Network), Alok Nandi (Institut Paul Bocuse), Hanna Harris (Chief Design Officer de Helsinki), Brandon Gien (CEO de Good Design Australia), Anna Whicher (Centro Internacional de Diseño e Investigación) o Leyla Acaroglu, estratega de sostenibilidad-, tenían como misión constituir un punto de encuentro «sostenible en el tiempo que permita avanzar en la generalización y la adopción de las políticas de diseño a escala global». Acto que sirvió a nuestro alcalde para ponerse la medalla de la creación del Consell Local del Disseny de València. «Un órgano pionero y consultivo formado por un conjunto de profesionales externos e independientes al gobierno municipal que asesorará a todas las áreas de la administración local de forma transversal», en palabras de Joan Ribó.

Deberes pendientes.

Larga vida al nuevo Consell Local, pero igual como el 2022 fue el año de la gestación y nacimiento, sería gratuito cuestionar el nuevo ente y si, por ejemplo, abordará un cambio real de toda la señalización urbana, donde se dé prioridad a la información de los monumentos de relevancia. O si tienen el proyecto de un panel moderno para que los patinetes vayan por donde toca o que los turistas no confundan la plaza de toros con Mestalla, como preguntó un canadiense en la pasada Fira de Juliol.

¿Diseñas o trabajas?

En los ochenta del siglo pasado, en pleno boom del diseño gráfico, se hizo célebre la burlona pregunta que se hacía a los más modernos en los bares de la València más noctámbula. ¿Diseñas o trabajas?, se interrogaba sin soltar el vaso largo de cubata. Los premiados diseñadores Marisa Gallén y Nacho Lavernia; el codirector del Arxiu Valencià del Disseny, Xavier Giner; la vicepresidenta de la ADCV, Yolanda Herráiz y los profesionales Silvana Andrés, Carmen Baselga, Inés Novella, Kike Correcher, Maite Palomares, Irene Reig, Ana Segovia y Jose Manuel Vidal son los miembros del Consell Local del Disseny. En sus manos está volver a poner en circulación aquel famoso retintín o convencer a los escépticos que lo único que hemos celebrado el año pasado es una disciplina sobrevalorada que con la revolución digital ha perdido ese elitismo antipático que le caracteriza. Por cierto, el Día Internacional del Diseño es el 27 de abril, dos días después de la ‘desfeta d’Almansa’.

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