Al llegar un "beso y una flor"

Hay que aprovechar el Año Nino Bravo para hacer de su canción más famosa nuestra particular y cosmopolita ‘marsellesa’

Valencianeando

Valencianeando / POR JOAN-CARLES MARTÍ

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

Mientras los servicios de limpieza municipales todavía recogían las serpentinas del Año Nuevo Chino, el del Conejo, una delegación del consistorio entraba en la Seu para la misa por Sant Vicent, patrón y mártir de la cristiana València. Todo cabe en la colla del comboi, como si se tratara de una plataforma de streaming, donde la elección crees que es tuya, pero está condicionada por tus algoritmos digitales. Como ecléctico compulsivo, ambas celebraciones las habría conectado con una fiesta con fuegos pirotécnicos, mercadillo de seda y un gigante arroz de conill i pollastre. La realidad supera a la tradición, y hubo más asistentes en la cabalgata china que en la misa del arzobispo Benavent. Ni el maoísta más optimista lo hubiera imaginado nunca. Espero con cierta indiferencia la separación de las dos aguas, la evangélico-literaria y la político-festiva. Porque mientras unos se entretienen en promocionar los versos beatos de Llorente y reconstruir mentalmente el Palau Reial del matamoros Jaume I, los otros hacen del esmorzaret otro provincialismo de la terreta.

La Quinceañera.

La emergente comunidad china nunca ha creado rechazo en València. Como saben todos los maestros, son alumnos aplicados que llegan sobrados a la universidad, y sus perfiles politécnicos son los más buscados. Pero junto a los vecinos de procedencia asiática, la ciudad se ha abierto a los sudamericanos (con prevalencia ecuatoriana), magrebíes, subsaharianos, paquistaníes y europeos del este. Comunidades de que van cambiando a la carrera el calendario de fiestas y tradiciones. Con el indiscutible dominio de ‘Halloween’, es frecuente ver en el Jardí del Túria y en algunas pistas deportivas de barrios fiestas de la Quinceañera, una tradición sudamericana muy arraigada que celebra el paso de las adolescentes a mujeres. En Estados Unidos ya tiene tanta fuerza que incluso la iglesia católica de allí acepta la presentación de la muchacha en la parroquia para recibir la bendición del cura. La protagonista lleva un elegante vestido largo de tonos pastel, unos zapatos que le regala su padre y una corona en la cabeza. Tampoco falta la tradicional tarta con varios pisos con las 15 velas, donde la protagonista entrega cada una a quince personas que han sido especiales en su corta vida, dando un pequeño discurso final.

Multiculturales.

El Ramadán hace años que está presente, y la relaciones entre valencianos y magrebíes ha sido histórica, toponímica y cotidiana en los cultivos de huerta y la cocina. Incluso compartimos esa tendencia a los mercadillos callejeros. Al tiempo proliferan las iglesias metodistas africanas en muchos barrios, donde los domingos acuden familias de subsaharianos con sus mejores trajes, y donde los cánticos a lo góspel retumban en los modestos bajos donde se reúnen, en Patraix y Benicalap. La cada vez más numerosa comunidad paquistaní, mayoría de hombres jóvenes conductores de taxi, se asienta en la Fuensanta y se juntan en el largo bulevar de Tres Creus, donde cuentan con supermercados de productos propios. Y así hasta las 140 nacionalidades diferentes que acoge València, donde los rumanos son mayoría, seguidos de los italianos.

¡Dios mío!

En Netflix todavía puede verse una divertida película francesa Qu’est-ce qu’on a fait au Bon Dieu? (’Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?’, 2014), sobre un matrimonio católico y conservador con cuatro hijas. La mayor se casó con un musulmán; la segunda, con un judío, y la tercera, con un chino. Y la hija menor se casará por la iglesia, pero con un africano. Hay una escena donde los cuatro yernos cantan la Marsellesa antes de un partido de la selección francesa. Como hace años que no tenemos selección y el Himne Regional no lo veo, a ver si aprovechamos bien el Año Nino Bravo para convertir ‘Un beso y una flor’ en nuestra cosmopolita ‘marsellesa’. «Más allá del mar habrá un lugar / Donde el sol cada mañana brille más...».

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