la columna

Shakira factura, pero no tributa

Shakira, en el videoclip de la sesión con Bizarrap.

Shakira, en el videoclip de la sesión con Bizarrap.

Miguel Ángel Villena

Miguel Ángel Villena

La cantante Shakira tararea en su reciente y muy exitoso disco que «las mujeres ya no lloran, facturan». Planteado como un desquite contra su expareja, el futbolista Gerard Piqué, una de las artistas latinas más importantes ha logrado récords de visualizaciones y, de paso, suculentas ganancias. De hecho, la colombiana ha demostrado de nuevo que venden, y mucho, el despecho y el ataque contra el novio que se ha marchado con otra.

«A ti te quedé grande, por eso estás con una igualita que tú» o «me dejaste de vecina a la suegra, con la prensa en la puerta y la deuda en Hacienda» rezan algunas de las estrofas del single triunfador. Decenas de millones de personas en todo el mundo han seguido a Shakira, bien por curiosidad o por afición o por una pretendida solidaridad con la cantante.

Sin embargo, parece increíble que en la oleada mediática que ha desatado el disco-revancha algunas voces hayan alabado el empoderamiento de la artista en clave feminista. Menos mal que algunas opiniones, tan prestigiosas como la de la jueza y exalcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, han arrojado luz sobre el tema. «Denigrar, insultar, a quien hemos amado es terrible», ha señalado Carmena para añadir que «se acepta como normal que si te dejan lo pongas verde, pero en el fondo esas críticas van contra ti misma: hace nada querías a esa persona». Dicho en corto: la actitud de Shakira retrata a una persona tan miserable como supuestamente habría sido su expareja.

Pero quizá lo más grave de la popularidad mundial de estas canciones, en el fondo un culebrón rancio y antiguo sólo que amplificado en la era de Internet, se refiere al olvido de la conducta social de Shakira. Así pues, cabría recordar que la cantante está acusada de cometer seis delitos contra la Hacienda pública. Valdría también la pena subrayar que la Fiscalía pide para ella ocho años y dos meses de cárcel por defraudar 14,5 millones de euros simulando que no vivía en España entre 2012 y 2014.

A la espera del próximo juicio en Barcelona resulta más que probable que Shakira pueda pagar las posibles multas, e incluso evitar la prisión, gracias a los beneficios generados por esos incautos fans. Porque muchos de esos fieles seguidores no saben distinguir entre el argumento de una telenovela barata y el oportunismo descarado de una listilla que está dispuesta a lo que sea con tal de engrosar su cuenta corriente.

Shakira no ha inventado nada nuevo aunque se rodee de modernos como Bizarrap o ruede psicodélicos videoclips. Porque su astuta manera de recaudar entre los fans para pagar a Hacienda a base de canciones con morbo ya la practicó Lola Flores hace más de tres décadas. A primera vista pueden parecer métodos distintos.

Sin embargo, la hoy injustamente mitificada Faraona también apeló a sus admiradores para que aportaran una peseta cada uno con el fin de pagar a Hacienda los 50 millones que le reclamaba en 1987 por no declarar durante cuatro años. Al fin y al cabo, una y otra utilizan demagógicas cortinas de humo para que olvidemos que intentan estafarnos. Son famosas que facturan, pero no tributan. Un ligero matiz.