El palacio vacío

Ante la primavera incierta que le espera al valencianismo, queda el consuelo de algunas convicciones que sobrevivirán a la clasificación final de esta temporada. La más evidente es que, en la medida que Peter Lim se bunkeriza en el palacio vacío del 92% del control accionarial, su desconexión del mundo del fútbol cada vez se hace más evidente. Esta semana era Andy West, de la BBC, quien reflexionaba en voz alta sobre la reputación del magnate singapurés en el sector: «Peter Lim seguramente debe ser consciente de que todo el fútbol, no solo los aficionados del Valencia, lo consideran uno de los peores propietarios que nunca hemos visto. Ha convertido al club en un lamentable objeto ridículo. Tiene dinero y conexiones, pero cero credibilidad. Sería fascinante saber si le importa». Es un apagón que aumenta en velocidad también con la implacable retórica robótica con la que la presidenta Layhoon Chan defendía ayer la gestión feudal de su jefe, mientras el clamor rodea Mestalla.

La salida de Gattuso abre otra rendija en ese frente reputacional, el punto débil de todo caudillo megalómano. No es un caso menor. La imagen desencantada en su caída de Rino, la «cara de mierda» de toda una celebridad futbolística, con un carisma más marcado que el del resto de entrenadores triturados con anterioridad, añade otra grieta a los reportajes internacionales, en Estados Unidos y Reino Unido, que se preguntaron si las insurrecciones en Mestalla habían dejado de ser una disputa pirotécnica local para adquirir relevancia global. Los «reyes, jeques, empresarios y mafiosos» ya miran de reojo a uno de los comensales de la mesa. Lim necesitará de muchas arengas televisivas inspiradoras de Gary Neville sobre la pureza del fútbol para cambiar el retrato que el sector ha hecho de su poco fiable figura. Y después de un invierno sin fichajes, la planificación de la próxima temporada será también esclarecedora, como plantea en Twitter con lucidez @Lescaire1, de si estamos ante la ruptura del máximo accionista con el propio Jorge Mendes, de quien pende la desconexión definitiva.

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