A Vuelapluma

¿Más sanidad pública con más privada?

Imagen de archivo de las Urgencias de La Fe

Imagen de archivo de las Urgencias de La Fe / Levante-EMV

Alfons Garcia

Alfons Garcia

Leía hace poco que una crítica vale si ilumina partes oscuras de la creación de la que habla o si por sí sola es una pieza artística. De igual manera: un artículo de opinión es algo más que la expresión de un gusto o un disgusto cuando desnuda zonas invisibles de la realidad.

Es lo que sucede con la última columna de David Trueba (El País) sobre los servicios públicos. Sobre cómo se engañan los partidos (y nosotros mismos) con la fe verbal en la sanidad y educación públicas, mientras aceptamos la mayoría, cuando podemos, un seguro de salud privado y que nuestros hijos vayan, si puede ser, a un colegio concertado. Los artículos funcionan cuando ponen en palabras justas pensamientos y sensaciones propios a los que aún no hemos dado forma.

Algo así me ha pasado porque el domingo me revolvió las entrañas volver a escuchar al líder valenciano del PP, Carlos Mazón, prometer reforzar la sanidad pública y, a continuación, defender el ‘modelo Alzira’ de gestión privada que la derecha ensayó en la C. Valenciana y ha prosperado luego en Madrid, donde son rutina los escándalos sanitarios. La ecuación que propone por tanto el nuevo PP valenciano, surgido de las cenizas de la corrupción, la gran crisis económica, los recortes y la experiencia de la pandemia, es asegurar la sanidad pública (el mantra que queda tras el virus) mediante más sanidad privada. ¿Es posible?

El argumento recurrente es que funciona mejor y es más eficiente. Nos encontramos entonces con uno de los lastres del mundo de la sobreabundancia de información, que es la existencia de informes que corroboran una argumentación y otros que certifican la contraria. Ante la desinformación la primera arma es el sentido común. Y este dice que una estructura pública es, cuanto menos, más firme y segura (dejo a un lado si más barata o mejor) que una que se sostiene con los fondos que la Administración transfiere a empresas privadas, porque los derechos se diluyen al pasar a depender de que alguien (la autonomía) pague nuestra factura a un tercero. En tiempos de vacas flacas es más fácil que ese derecho se desvanezca.

Dicho esto, no todo vale en la sanidad pública: si genera largas colas y mala atención, esta es la mejor vitamina para el modelo de gestión privada.

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