REFLEXIONES

Presentimientos y conjuras

José Luis Villacañas

José Luis Villacañas

En su libro Mil mesetas, Deleuze y Guattari destruyeron todo sentido teleológico de la evolución usando conceptos románticos. Dos de esos conceptos son presentimiento y conjuro. Los estratos en los que sedimenta la materialidad de la Tierra siempre alberga una vaga idea de lo que va a venir y se disponen a conjurarse para impedirlo. Así surgen las luchas que a veces aceleran y a veces detienen aquello que ya se acerca desde el futuro. Esto es lo que ellos llamaban causalidad inversa. El futuro opera sobre el presente de un modo intenso que está fuera de toda previsión. La contingencia es inapelable.

Presentimientos no nos faltan acerca del futuro. Incluso podríamos decir que ese futuro se ha desinhibido y se anuncia ante nosotros con una frescura y un desparpajo que nos anuncia la hora cercana de su completa y rutilante presencia. Ha perdido la vergüenza que todo futuro siente todavía. Se ve fuerte. Entonces nos damos cuenta de que el futuro es mucho más determinante que el pasado, afecta a la realidad de una manera más intensa, y determina el presente con más decisión.

Uno de esos signos nos lo ha traído el Sr. Ruiz Escudero, consejero de Sanidad de Madrid. Cuando todavía resonaban los ecos de las manifestaciones en defensa del servicio público y universal de salud, he aquí que el responsable de la Comunidad de Madrid se convierte en heraldo del futuro y nos dice que la atención primaria será transferida a las obligaciones profesionales de la enfermería. Lo presentíamos hace tiempo. Ahora ha pasado al nivel de anuncio. La atención primaria pasa a la enfermería. Los médicos, en consulta virtual. El consejero alude a que hoy todo el mundo tiene conocimientos digitales. Puede preguntar en Google. Para los casos difíciles, una máquina telefónica puede orientarse con preguntas para al final emitir una receta.

Hay que ver la foto para comprender la dignidad del momento de la buena nueva. Escudero preside una estrecha mesa. Mira al horizonte como impactado por una revelación. La boca la ha desplegado con toda la generosa oquedad de la fascinación, como si por fin hubiera identificado una aparición confusa. El dios desconocido ya tiene rostro y nombre. A su lado derecho, un sobrio varón de aspecto rocoso y ademán firme interioriza la revelación. No porta los emblemas del gran oráculo, esos gemelos que relucen plateados. Los suyos son todavía esos galones de pulseritas que puso de moda Aznar para identificar a la tropa. Pero los ojos no están menos apresados por el futuro. Es verdad, él no llega al arrobo de la señora que, a su izquierda, y en actitud de orante, lo mira embelesada por escuchar el nuevo evangelio. Sin embargo, no estamos en el camino de Damasco. Estamos en la agrupación del PP del barrio de Salamanca.

Es la foto del acto que ha cedido el propio partido, consciente de la importancia del presentimiento de futuro que ofrece. Los tonos rojos y gualdas dominan la escena. El cartel nos trae un aire de confusos anhelos, la bandera oficial se hinca firme en el centro y todavía otra bandera a la derecha de la foto muestra esta leyenda incompleta: VETEYASANC. El tono marcial del ambiente se concreta con un cartel que se destaca a las espaldas de los protagonistas. Es imperativo, imponente, incoherentemente ilustrado, rotundo. «Piensa, cree, sueña, atrévete, afíliate». O se piensa, o se cree. O se sueña, o se piensa. O se atreve uno, o se deja llevar por la molicie del sueño. Por supuesto sólo alguien ya sumido en el caos de todas estas actitudes mentales puede atender la orden de «Afíliate».

Que el futuro es mucho más determinante que el pasado -a pesar de que el viejo escudo de Alianza Popular adorna la última pared del salón-, se ve cuando el consejero dice que el modelo sanitario está pensado en los años 80 y que «venía del modelo sanitario cubano». Aquí ya habla la revelación. ¿En los años 80? ¿En España? ¿Un modelo cubano? ¿A quién habla el Sr. Escudero? ¿Quiénes son los afiliados del distrito de Salamanca? ¿Pensará que está en Miami el Sr. Escudero? Recuerdo que para mis primeras enfermedades venía a verme a casa el médico de la mutua de la cofradía de campesinos de Úbeda. Cuando tuve siete u ocho años ya podíamos ir al ambulatorio de la Seguridad Social, porque ya existía un régimen casi general. Corrían los años 60 en los que, como todo el mundo sabe, gobernaba en España Fidel Castro. Cuando el futuro se revela, siempre lo hace con descaro y desvergüenza.

Habrá que ir buscando un calificativo todavía peor que franquista para esta gente cínica y arrogante. «Ahora hay que evolucionar», dice el Sr. Escudero, y si preguntamos hacia dónde, he aquí la respuesta: «hacia un modelo de sanidad líquida». No está mal para describir una situación en la que solo podemos ahogarnos. Presiento que, con esta propuesta, los cientos de miles de personas que salieron a las calles de la capital se habrán quedado tranquilas y satisfechas. Si no fuera así no tendría explicación alguna. «¡Es que están en contra de todo!», se queja amargamente Escudero de los médicos en huelga.

He aquí el presentimiento. Si alguien no lo tiene claro, es que ha quedado cegado por la revelación, como Saulo. Entonces surge la pregunta inevitable: ¿dónde están las fuerzas políticas que se conjuran contra este siniestro futuro? ¿O es que sólo están pensando en conquistar la gigantesca culpa de que nos merezcamos padecerlo?