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Martí

Lineker no viene a Fallas

El exjugador de fútbol y presentador de la BBC Gary Lineker, este domingo. Reuters

Los exfutbolistas son los peores comentaristas televisivos. Estar dotado para el regate y el esprín no garantiza el verbo fácil, está demostrado. El mítico Michael Robinson y el borgiano Jorge Valdano son la excepción de la regla. Cómo la mayoría de los actuales está en expectativa de destino, la mejor opción siempre es el sonido ambiente. Pero en la Premier, el súmmum del universo fútbol, eligen tan bien a los analistas que hasta la BBC tiene que hacerse un quiebro para defender la libertad de expresión.

Gary Lineker, el presentador deportivo más conocido, vuelve al programa deportivo estrella de la BBC, Match of the Day (’Partido del día’), después de haber sido suspendido por la corporación pública el fin de semana pasado, tras criticar en Twitter la nueva política de inmigración del gobierno conservador británico. Y es que las redes las carga el diablo, ya que según la justificación de la propia BBC «la actividad reciente de Lineker en las redes sociales fue una violación de las normas de imparcialidad». Una excusa tan inoportuna que provocó la consecuente oleada de críticas y la posterior crisis en la programación deportiva de la modélica radiotelevisión británica.

En espera que el exjugador del Barça opine también sobre el caso Negreira, un escándalo de Champions que indica el grado de autodestrucción de la sociedad cívica catalana, el sábado estuve a punto de hacer un Lineker tras el partido de Mestalla. «¿Por qué no viene la consellera responsable del metro a la parada de la avenida de Aragón a pedir el voto?», hubiera escrito en caliente. La gente estaba muy enfadada, porque la falta de previsión fue inadmisible. Todo el mundo, menos la responsable de Ferrocarrils de la Generalitat, sabía que el primer ‘supersábado’ fallero sería de avalancha, así que lo mejor para ir al estadio era el metro. También es conocida que la media de asistencia al campo de Algirós está en los 37.000 espectadores. Pues ni con esas. Centenares de personas perdimos dos convoyes plenos a rebosar, que ríete de Tokio en hora punta. ¿Tan difícil es poner más vagones o aumentar la frecuencia de paso? En las ciudades modernas, los marcadores electrónicos de aviso del paso de trenes disponen de relojes con cuenta atrás, en Metrovalencia lo hacen como en el siglo pasado, igual para paliar la vergüenza de los 20 minutos de espera.

Lo sucedido el sábado, y me temo que desde hoy al domingo, en el metro de València, constata la distancia sideral entre gobernantes y gobernados. Me entran escalofríos solo de pensar si la empresa demoscópica de Narciso Michavila se pone a preguntar a los sufridos usuarios del metro alguna de estas noches falleras. Otra ocasión perdida para realizar una auténtica promoción del transporte público. Es genial que se haya bajado el precio del bonometro, y también que sea gratuito para jóvenes, pero una mínima economía de escala indicaba que el previsible aumento de pasajeros necesitaba más servicios y mejor horarios, que no se realizaron por incompetencia. Así que toca ejercer el derecho contra el paripé. Por eso la lección de Lineker merece el aplauso colectivo, porque nunca hay que autocensurarse, y menos en los derechos de la ciudadanía. ¡Bravo... por Lineker!

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