BOLOS

Nit del Foc

Rubén Baraja. | JM. LÓPEZ

Rubén Baraja. | JM. LÓPEZ / rafa jarque. València

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

Si LaLiga fuera profesional y el partido de esta noche no hubiera caído minutos antes de la Nit de Foc, hubiéramos estado en el Metropolitano. Un estadio que nos apetecía ver, y de paso viviríamos otro día intenso de fútbol, que tal como están las cosas por Mestalla, nos hubiera venido de perlas. Pero entre que el anuncio del día y hora parece un bingo cutre con Tebas sacando la bolita que impide comprar billetes low-cost y las fiestas falleras ha sido imposible. Así que tendremos que esperar a la próxima temporada, porque Rafa, Voro, Paco y el menda estamos convencidos de que Baraja salvará al Valencia de la tragedia. El entrenador le ha dado al equipo el aire de confianza que necesitaba, y la consistencia defensiva que carecía. Ahora y con el esperado concurso de Cavani, deben llegar los goles y, por tanto, los puntos. El Pipo tiene algo de Simeone y también de atlético, lo que va a venir muy bien para lo que resta de sufrimiento. El éxito de los colchoneros radica en la estabilidad en el banquillo, donde el preparador argentino suma ya doce campañas seguidas. En esa docena de campeonatos, que van desde la 2011-12 hasta la actual, Mestalla ha visto pasar catorce entrenadores y siete interinidades de Voro. Un auténtico despropósito deportivo que coincide con el aterrizaje de Lim en el Valencia. Lo urgente es asegurar la permanencia lo antes posible, y luego ocuparse para que Meriton no planifique otra temporada más.

También lo mejor que puede hacer Baraja es seguir sin hablar con Lim como reconoció ayer. Está demostrado que el contacto, aunque sea telefónico con Singapur, resulta maléfico. Solo hay que recordar donde están hoy Javi Gracia, Bordalás o el propio Gattuso. Ese partido a partido del Cholo se ha convertido no solo en filosofía futbolística, sino también en una expresión usada para muchos ámbitos de la cotidianidad. Lo que demuestra una vez más que el universo fútbol sigue influyendo en nuestras vidas más de lo que pensamos. En el caso del Valencia no hay otra, ganar y mirar el resultado de los rivales. Contener la respiración mientras dura el partido y esperar el cierre de la jornada.

Con rascar un punto en el Metropolitano ya tendríamos una Nit del Foc aceptable, pero si encima son los tres, el gran castillo pirotécnico será el esperado preludio para que el Valencia siga donde le corresponde por ciudad, afición, historia y palmarés, antes de ser asaltado por unos desalmados, con cómplices de aquí, que pusieron una alfombra falsa con dirección a la ignominia. Después de la Nit del Foc siempre llega la Cremà.

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