VITA DA MEDIANO

Las raíces resisten

Vicent Chilet

Vicent Chilet

Un club de barrio casi centenario y el equipo de accionariado popular más icónico de Europa, la resistencia del «famous Man United», jugaron el martes un gran partido de fútbol. Se citaron al lado del puente de la Trinitat, el más antiguo de València. Y con los últimos vestigios del antiguo Stadium de Goerlich como testimonio. El marco siempre importa, el marco lo es todo. El Cuenca Mestallistes y el FC United of Manchester tomaban el relevo de aquellos primeros duelos internacionales en el río, hace un siglo. Nombres de una aristocracia amateur extinguida. El Nunnberger Fussball Verein, Imperio Lisboa, Turnverein Furth, Deutscher Praga, Cette, me recuerda de carrerilla JR March. Cuando el Gimnástico se citaba con rivales europeos para rivalizar con los amistosos internacionales del Valencia FC en el pujante Mestalla.

A mitad partido incluso apareció un aficionado del Leeds United mostrando una pancarta que hacía referencia a la eliminación del Manchester United en la FA Cup de 2010 con un gol de Jermaine Beckford. La pancarta acabó en la basura y el seguidor en cuestión hizo bien en largarse del campo del Serranos. Pero sirve como pequeña muestra del perfume de una rivalidad que se remonta a la «Guerra de las Rosas» entre las casas de Lancaster y York, en el siglo XV. Rosas rojas y rosas blancas, el origen de las camisetas del ManUtd y LeedsUtd. Una batalla tan vieja como el propio puente de la Trinitat. Todo un recordartorio de que, aunque todo cambie, las raíces permanecen.

El Cuenca plantó cara al FC United, superior incluso en número de aficionados (casi 300). Fue una gran noche. Charlie Ennis y Alejandro Luzán desplegaron sus cualidades de capitanes de barrio, mientras retumbaban a capella versiones de «Dirty Old Town». Y, claro, les pitaron los oídos a los Glazer y Peter Lim, también conocido por intervenir en el tejido futbolístico de equipos modestos al norte de Manchester.

Un siglo después, Mestallistes y Red Rebels lograron reinterpretar el sueño de aquel fútbol próximo de los felices años 20. Y recordar la vigencia de bastiones hechos de memoria y principios representativos de una comunidad. De lugares eternos, aunque el entorno vaya volviéndose de cartón piedra y el relato suene a hilo musical de ascensor (Miquel Nadal dixit). Aunque Mestalla luzca a mes y medio de su centenario con su fachada desconchada y oxidada. Las raíces siempre resisten.

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