Lo que sé de los bulos (y del olvido)

Tengo que preparar una charla sobre desinformación y no sé qué voy a contar, pero me gustaría decir que algunos sí sabemos del daño real de la desinformación, que la pregunta no es por qué existe, sino por qué en algunos momentos de la Historia, como este, florece

Colas para vacunación en el hospital Doctor Peset de València.

Colas para vacunación en el hospital Doctor Peset de València. / Fernando Bustamante

Alfons Garcia

Alfons Garcia

Menos mal que no se oye lo que pienso a veces. Me gusta cotillear las frases de los perfiles de Whatsapp. Algunas son declaraciones de principios: «No som res», «Hoy es siempre todavía». Otras, genialidades ocurrentes: «Tu carencia de fe resulta molesta». Esta, la de los pensamientos que por suerte no se oyen, la leí hace poco, antes de salir del trabajo resoplando como una olla exprés. 

Ahora estoy en lo alto de esta montaña desde la que se ve la gran ciudad. Estoy junto a tus rosales. Han cogido. ¿Quién lo iba a decir hace un año? Los tallos son fuertes y pronto brotarán los capullos. Aquí seguro que no se oye lo que pienso. Solo escucho el viento. Aire puro entre picos que a menudo, en invierno, se llenan de nubes y sientes que el cielo no está tan lejos. Es el Día del Derecho a la Verdad, tengo que preparar una charla sobre desinformación y no encuentro mejor sitio que este, aunque de nuevo todo haya sido producto del azar. 

Hemos venido a recordarte algunos de los que fuimos algo, más o menos, en tu vida y hemos hablado de la presencia que permanece. Nos hemos consolado con la sabiduría que creemos que la ausencia nos ha aportado. Hemos recordado tus derrapes en la vida, siempre en el alero, buscando los límites. Una buena persona mal anclada a la vida, hemos dicho. Y nos hemos querido reconfortar con que al final encontraste la paz, un camino de luz intentando ayudar a otros que estaban donde tú habías estado. El éxito quizá es algo tan simple como levantarse por la mañana y pensar a quién vas a pedir perdón de todos los que en el pasado has dañado. Hemos sonreído imaginando que estarías riendo si nos vieras llorando y hablando en tu montaña, rodeados de perros y cuidando unos rosales que pusimos sin mucha fe en una ladera de lavandas, junto a un madroño protector.

Lo sorprendente es que no hemos hablado del olvido ni de que tú fuiste otra víctima de la desinformación, de terraplanistas, antivacunas y ‘antitodo’ que se creían salvadores de la verdad y de los que hoy casi nadie se acuerda. Han pasado al silencio de la historia porque la vida continúa como si nada. Incluso alguno sale en televisión con voz de ultratumba como si nada. Borrón y cuenta nueva. A la mayoría les hemos salvado la vida los que creímos que el sistema no actúa por sistema contra nosotros: nuestra inmunidad ha sido la suya por la fuerza del rebaño. Tú no tuviste esa suerte, pero hoy también nos ha ganado el olvido. Quiero pensar que hoy estarías pidiendo perdón a alguno. 

No sé qué voy a contar en la charla, pero me gustaría decir que algunos sí sabemos de bulos, del daño real de la desinformación, que la pregunta no es por qué existe, porque siempre ha estado, sino por qué en algunos momentos de la Historia, como este, florece como estos rosales. Que creo que el pensamiento antisistema es un asidero tentador ahora que las nuevas tecnologías nos han quitado control para dárselo a incomprensibles algoritmos. Que ofrece un cobijo fácil y seguro y que los populistas han sabido aprovecharlo para desprestigiar la democracia (el sistema) en busca de ese poder político que deslegitiman. Que esos mismos avances tecnológicos nos han encerrado más en burbujas, donde escuchamos solo lo que queremos oír. Que cada día volamos más puentes con los que discrepamos. Me gustaría contar que soy un buen ejemplo de ello, que ayer me levanté de una mesa cuando uno dijo que los periodistas nos dedicábamos a la propaganda. Que creo que estos tiempos de desigualdad boyante también ayudan a crear un caldo de cultivo a favor de la sinrazón, porque si no se ven salidas es más fácil agarrarse a pensamientos desesperados.

No sé qué voy a contar ni si sirve de algo intentar pelearse contra el olvido de las bestias. Tú las viste y quisiste conocerlas. Ahora sé que, al final, el torrente de los días que pasan, la urgencia de la alegría y los nuevos problemas lo arrollan todo. 

En mi perfil de Whatsapp escribí no sé por qué hace la tira de años ‘En las nubes’ y aquí estoy, intentando que no se oiga lo que pienso y buscando un sentido a lo que nunca lo tuvo.

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