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Opinión | Tribuna

Contigo

Existen muchas y muy respetables formas de entender el ejercicio de la función de alcalde o alcaldesa. Hoy vuelven a proliferar quienes se presentan a la ciudadanía como si estuvieran de manera innata dotados del talento de interpretar su voluntad mayoritaria. Los programas vuelven a ser una especie de boleto en busca de la combinación ganadora entre infraestructuras de las que, con mayor o menor evidencia, se carece y políticas sectoriales sospechosamente incardinadas en las prioridades ideológicas de las siglas que amparan sus candidaturas o las demandas e intereses de aquello que denominan «su electorado».

Este modo mesiánico de entender el liderazgo institucional siempre convierte la victoria electoral en un cheque en blanco, un aval indiscutible que te permite ignorar toda crítica o alternativa al programa político ganador. La legitimidad democrática que te otorgan las urnas se extiende a lo largo de la legislatura en forma de trituradora de toda alternativa u objeción a la «visión» o proyecto de la mayoría de gobierno.

Nunca entendimos esta visión sectaria e iluminada de la acción política. En el gobierno de Cullera interpretamos la abrumadora confianza recibida en las pasadas elecciones municipales como un respaldo a una forma de ser y gobernar orientada, precisamente, hacia el diálogo y el respeto.

Apostamos por escuchar la voz, mayoritaria o no, de todo aquel que se acerque a construir. Supimos adjudicar a la capacidad de enmendar, el mismo valor que al acierto. Aprendimos que la respuesta suele residir en la voz y en la experiencia de quienes conforman la sociedad que aspiras a gobernar. Poco importa si son niños, jóvenes, mayores, mujeres, entidades deportivas o sectoriales, instituciones políticas o religiosas.

Hoy, mientras otros recuperan discursos y formas de liderar autoritarias y excluyentes, nosotros continuaremos apostando por otra forma de gobernar: contigo.

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