Análisis: ¿puede Blanca Paloma ganar Eurovisión?
A ratos, visualizo la victoria. A ratos, el sueño se torna imposible. Navego entre la racionalidad y la ilusión desbocada
Pétalo a pétalo, me encuentro deshojando la margarita —cual tonto enamorado— sobre qué nos deparará este sábado la final de Eurovisión. Lo confieso: soy un mar de dudas, dividido entre la racionalidad y la ilusión desbocada sobre el resultado de España y Blanca Paloma. A ratos, visualizo la victoria; no en vano la valenciana es favorita. A ratos, el sueño se torna imposible, ¿existe la opción de ganar a la imbatible Suecia y al fenómeno de Finlandia?
Sin aventurarme a responderles, sí creo que nos está permitido soñar; soy reacio a admitir, sin fisuras, la incontestable victoria de Suecia vaticinada durante meses. La actuación de Blanca Paloma está entre las cinco mejores de la final. Por calidad musical, por producto televisivo, por su talento y, también, por todo el trabajo de ella y su equipo durante los últimos meses. A partir de ahí, puede gustar más a unos y menos a otros —¡bienvenida subjetividad!—, pero Eaea es una propuesta sólida, singular y, sobre todo, con esencia, con alma. No deja indiferente. Y eso suele tener su premio.
Competiremos de tú a tú con la gran favorita, Loreen (sí, la cantante de Euphoria); actuamos octavos y, justo a continuación, lo hará ella. ¿Quién dijo miedo? Si aspiras a ganar, debes medirte a los mejores y, después, será el jurado y el televoto los que decanten la balanza. No mucho más tarde, en el puesto 13, actúa Finlandia; el tramo será de infarto.
Con riesgo a equivocarme, aventuraré que la victoria está entre los tres. Sólo veo ganando a Suecia, Finlandia y España; en ese orden de probabilidad. Dependerá de la aritmética. Siguiendo la lógica del festival, el finés ganará el voto popular —hay pocas dudas al respecto— pero genera dudas su desempeño en el jurado; España podría ganar éste, aunque la dificultad estará en el respaldo por parte de los telespectadores al ser una propuesta de amores y odios; mientras que Suecia podría no ganar ninguno de los dos apartados pero, aún así, alzarse con el micrófono de cristal por consenso; ocurrió con Jamala en 2016.
Sea cual sea el resultado, estamos ante un triunfo plagado de titulares. En el caso de España, sería el primero en 54 años; somos el país con victoria que lleva más tiempo sin ganar. De ganar Finlandia, sería la primera canción en finés en hacerlo Pero la palma se la llevaría Suecia: el país empataría con Irlanda a número de victorias —siete, nada más y nada menos— y con Ucrania en triunfos en el siglo XXI, tres; Loreen sería la primera mujer en ganar dos veces, en el terreno masculino el hito lo consiguió el irlandés Johny Logan en el 87; y, además, el festival regresaría a Suecia en el cincuenta aniversario de la victoria de Abba y su icónico Waterloo.
Los caracteres se acaban, como los pétalos de la margarita. Este sábado tenemos una fiesta. Volemos con Blanca Paloma y soñemos; es gratis. Pase lo que pase, tendremos el consuelo de haber disfrutado de una de las mejores propuestas españolas de la historia. ¡Así, sí!
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