ALTAVOZ

La participación política y social de la migración, materia pendiente al filo del 28M

Miguel Angel Ferrís

En la recta final de esta transcendental cita con las urnas del domingo 28 me permito realizar, desde la distancia parisina en la que me ubiqué hace años, un breve relato sobre una cuestión que no suele abordarse de forma profunda en los medios, ni antes ni después de cada proceso de llamamiento a la participación en la llamada «democracia representativa».

El porcentaje de ciudadanos y ciudadanas que no se siente apenas llamados a legitimar con su voto el sistema político actual, como demuestran los sondeos y estudios realizados hasta el momento, es todavía muy alto, rondando entre el 30 al 40%, dependiendo del tipo de convocatoria de que se trate. Sin embargo, la composición de este amplio sector de la población que no acude a los colegios electorales, es pocas veces materia de debate.

La inmigración extranjera en el País Valenciano pasó de un 1’5% en el año 2.000 al casi 16% de la población actual, aportando muchos valores culturales, proyectos de vida, capacidad de trabajo y emprendimiento y sostenimiento al Estado del Bienestar.

Por otra parte, la emigración valenciana al Exterior se duplicó a partir de las crisis del 2008 originada -al margen de la quiebra bancaria- por la burbuja y estafa inmobiliarias y la corrupción generalizada en las instituciones que sangraron nuestros recursos públicos. Luego llegaron las réplicas del austericídio de los gobiernos en sintonía con las directrices de la UE que llevaron a muchos jóvenes, profesionales y familias enteras a buscarse un porvenir como ya tiempo atrás lo hicieron nuestros ancestros en distintos periodos históricos.

Hoy en dia esta vieja y nueva emigración suponen el 3’8% de la población censada en los consulados, aunque expertos y funcionarios de estas instituciones reconocen que existe entre un 30% a un 40% de ciudadanos no inscritos por diversas causas, que aumentarían claramente esta cifra.

Sumados ambos colectivos tenemos que prácticamente el 20% de la población dentro y fuera de nuestras fronteras no son apenas tenidos en cuenta ni en los programas electorales, ni en las candidaturas (mas que de una forma anecdótica, decorativa y a última hora), ni por consecuencia en las instituciones representativas de la soberanía popular.

La realidad es que en nuestra tierra la integración se ha hecho de forma más bien cultural y festiva, a través de la participación en distintos sectores económicos sin mayor problema y en la convivencia de los espacios públicos, favorecido todo ello por nuestro carácter mediterráneo, el buen clima y unas políticas públicas no discriminatorias.

A pesar de ello no existe una presencia mas que simbólica y excepcional en lugares destacados tanto en las organizaciones políticas y sindicales como en los movimientos sociales y culturales valencianos. Y ya han pasado casi veinte años de la llegada mayoritaria de esta población, en un país que recibió la emigración externa con mucho mayor retraso que los países de su entorno europeo.

Como se puede fácilmente comprobar no ha existido de nuevo una presencia mínima de ambos sectores en la presente Campaña del 28M, por lo que su participación no puede esperarse sea muy alta. En el Exterior sin embargo se está pasando de una media del 3’3% de electores a posiblemente cerca de un 14% en esta cita, en lo que muchos consideran un ensayo de las Generales de diciembre, tras la derogación del Voto rogado impuesto en 2011 por el bipartidismo de Estado.

No es ya momento de aclamar por un aumento de última hora de participación en el Exterior, pues el 25 se habrán cerrado las urnas de los consulados, pero sí de trasladar los datos y reflexiones a las organizaciones, medios de comunicación responsables y ciudadanía valenciana sensible en general.