Opinión
El coche eléctrico en 2035
El cambio climático, que hemos asumido, en mi opinión, de manera un tanto acrítica, tiene algunos efectos perversos, como por ejemplo, que los coches sean ya un artículo asequible solo a las clases más pudientes que pueden permitirse el lujo de disponer de uno. Eso explica, en parte, que la venta de coches haya caído, en nuestro país, con respecto a los años pre-pandemia: un 30% menos en 2022 que en 2019; y posiblemente siga así. Los vehículos están subiendo de precio, pues los de combustión, que son más baratos, se van a encarecer por los impuestos a la contaminación y por una menor producción; mientras que los eléctricos se encuentran un 50% más caros que los de combustión: si estos últimos valen en su versión más modesta alrededor de 20-25 mil euros, los otros –los híbridos y eléctricos- se van a una horquilla de 30-40 mil euros. También influye el caos en el que nos encontramos ahora, donde nadie sabe que va a pasar a partir de 2035: si se acabarán los coches de motor de explosión –gasolina y diesel- y todo será eléctrico; o no. Más bien parece que va a ser que no, pues resultará complicado no solo disponer de baterías de litio suficientes, sino que tampoco tendremos los puntos eléctricos necesarios para suministrar la energía en un parque móvil tan grande y lo que eso supone: una tarea titánica de inversiones multimillonarias. Además, las baterías son bastante contaminantes en su extracción, así como en su recuperación; y solo duran 7 años: unos 200.000 km. Luego, hay que cambiarlas con el coste que eso supone. Así que salvo que haya algún invento revolucionario que ponga patas arriba lo que hasta el momento disponemos –tecnología- y sabemos, no están muy claras las ventajas a nivel global que va a suponer, aunque desde luego, en el ámbito local, ayudará a que las ciudades sean limpias y el aire más puro.
Todo esto hará que una parte importante de la población quede inmovilizada y solo disponga del transporte público y, si vive en grandes ciudades, tendrá serias restricciones para moverse por la ciudad si no es en automóvil eléctrico. De ahí la pretensión de que los barrios sean autosuficientes y que un ciudadano no tenga a más de 15 minutos andando las tiendas y suministros esenciales para la vida cotidiana.
Tal y como están las cosas, el cambio que supone pasar de un coche de gasolina a uno híbrido, y más aún, a uno eléctrico, supone un incremento de entre 10 a 15 mil euros: un 50% más caro en los modelos más económicos y sencillos. Si ya están un poco caros en relación a los sueldos que se vienen percibiendo en algunas capas de la sociedad, va a ser difícil que bastantes hogares puedan disponer de un vehículo. Volveremos a las épocas previas a la aparición del coche popular como fue el Seat 600, allá por la década de los años 60 del siglo pasado. Parece que el futuro nos depara el regreso al pasado en el que debíamos ser felices sin tener nada o muy poco. El progreso existirá, sin duda, pero confinado a los ciudadanos pudientes. El resto se tendrá que conformar con lo puesto, pues hemos de salvar al planeta; y mejor vivos que muertos.
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