La ventana

Ir a curarse de mal rollo

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

Ya hace unos años que se jubiló, pero con el de cabecera que más tiempo estuve ocurría una cosa: que nada más sobrepasar la puerta de la consulta estaba riéndose. Y era una risa contagiosa. Tu ibas apurado y, en cuanto se pegaba la segunda carcajada llamémosle, el agobio desde luego se había ido. Le salía de modo natural, era su carácter. Aunque después llegaría el tratamiento, a los dos minutos la neura fenecía en tal clima. Un método del entrañable borde de eficacia probada.

Hoy por lo general la atmósfera en los centros de salud es la opuesta. El personal anda desbordado y, el paciente, atacado. Como sabemos, la enseñanza también se ha visto envuelta en crisis de identidad. Antes, los maestros resultaban intocables y, para los padres, una referencia a la que el vástago debía seguir y obedecer. En cuanto el planteamiento quebró -se decía- y la sartén por el mango pasaron a tenerla los críos el ambiente en no pocas aulas se transformó en irrespirable. Pero en Atención Primaria quienes la arman son los mayores fundamentalmente. Las agresiones, los insultos y amenazas que se registran ante el mostrador o la mesa del facultativo vienen protagonizadas por plebe talludita que hace tela dejó atrás al tutor del insti que guiaba su comportamiento. O que, para ser precisos, lo intentaba.

La distorsión arrastra tras de sí una sobrecarga asistencial, falta de recursos y planificación chunga. Las plantillas nunca están al 100% y los currantes advierten que, en verano, cuidadín. Un médico tiene asignados un mínimo de 50 acongojados al día con bastantes de ellos exponiendo hasta cinco dolencias para aprovechar la visita. La pandemia nos ha dejado tocados del ala y ha sobrecargado el sistema, aunque tampoco nos engañemos porque con anterioridad las administraciones de distinto color rivalizaban por ver cuál superaba a la anterior en récord de listas de espera. Los afiliados tienen todo el derecho a reclamar. Pero si atacan a quienes les auscultan que luego no se quejen. Además de la atrocidad habrá más para ser atendidos.

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