Opinión

Las cooperativas de enseñanza construyen una educación mejor

El cooperativismo educativo reunido en el seno de la Unión Española de Cooperativas de Enseñanza (UECoE) celebrará su XX Congreso estatal durante los próximos días, del 23 al 25 de octubre, en València. Cerca de 300 docentes, profesorado de decenas de cooperativas dedicadas a la educación venido de todo el Estado español, asistirán a este Congreso en que, bajo el lema «Educación y Arte: el arte de innovar, el arte de incluir», pretendemos reflexionar y proponer nuevos enfoques en torno a la educación artística. La Unió de Cooperatives d’Ensenyament Valencianes (UCEV) coorganiza y acoge este encuentro justamente 20 años después del primer Congreso estatal de la escuela cooperativa celebrado en nuestra ciudad.

La elección de esta temática no podía ser casual: la integración de las artes en la enseñanza, ligada a la innovación y a la inclusión educativas, ha sido y es uno de los elementos centrales de los proyectos educativos de muchas escuelas cooperativas. La imbricación, las sinergias, la ligazón entre Educación y Arte contiene un potencial pedagógico y social inmenso, y en este Congreso nos dispondremos a explorarlo: de una forma experiencial (viviéndolo) y cooperativa (compartiéndolo).

Por si todo ello no fuera suficientemente relevante para el cooperativismo, este Congreso se va a desarrollar en el marco de la Capitalidad española de la Economía Social que València ostenta este 2024. Además, tendrá lugar a las puertas de otro evento igualmente importante: un nuevo Año Internacional de las Cooperativas, el 2025, anunciado ya por Naciones Unidas proclamando que «Las cooperativas construyen un mundo mejor».

Como reivindica el Manifiesto que se hará público en este Congreso, las escuelas cooperativas somos la Economía Social del espacio educativo. Y en tanto que agentes de Economía Social, nuestros centros y nuestros proyectos se caracterizan por la primacía de las personas; por la gobernanza democrática, tanto en la gestión societaria empresarial como en la gestión pedagógica; y también por la reinversión de los excedentes de nuestra gestión (no olvidemos que en las cooperativas esa gestión carece de lucro) con el fin de llevar a cabo acciones en interés tanto de las personas que forman nuestras comunidades educativas como de la sociedad en general.

Es por todo ello que estamos convencidos que las cooperativas de enseñanza construyen una educación mejor. No lo hacemos solos, evidentemente (y afortunadamente), y nos sentimos orgullosos de haber compartido históricamente, con muchos otros y otras, este esfuerzo continuado orientado a alcanzar hitos que han hecho posible esa mejor educación; pero, indudablemente, también creemos que las características propias del modelo cooperativo en la educación hacen posible una aportación singular, la nuestra, a esta empresa colectiva.

Un modelo de autogestión basado en un compromiso colectivamente asumido por todas las personas que integran el proyecto; modelo al cual, en virtud de lo que consagra una normativa muy diversa (desde la europea hasta las regulaciones educativas estatales y autonómicas, pasando por la propia Constitución española), le corresponde un tratamiento jurídico diferenciado en el cual se debe profundizar, partiendo tanto del reconocimiento de la singularidad del coo perativismo educativo como del propio valor social de la fórmula cooperativa.

Este tratamiento diferenciado debería tener su reflejo en todos los espacios del diálogo social, también en aquel que se da en el ámbito educativo. Es por ello que la participación de derecho del cooperativismo educativo en los Consejos Escolares de los diferentes niveles territoriales surge como algo más que una reivindicación de nuestro sector. La voz de la economía social, que es la voz de la escuela cooperativa, continúa ausente en una gran mayoría de ellos y esta anomalía lo es para el cooperativismo, pero también para estos mismos espacios de participación, sin duda incompletos mientras no cuenten con la presencia de las cooperativas que hacen educación.

Un modelo de servicio educativo también propio, diferenciado del de los centros de titularidad público y del del resto de centros privados. Una auténtica tercera vía que, por el carácter de iniciativa social cooperativa de nuestros proyectos y por la vocación de interés público que muestran las cooperativas educativas, podemos afirmar que presenta una configuración quasipública. Consecuentemente, la escuela cooperativa defiende y se identifica con una determinada forma de entender aquello que denominamos enseñanza pública que transciende la mera titularidad del centro educativo; visión que nos vincula con gran parte de las reivindicaciones que demandan una mejora del servicio público educativo, y singularmente con todas las que reclaman una mejora de la financiación de una mayoría de nuestros centros (escuelas de titularidad privada pero sostenidas con fondos públicos) que asegure los recursos económicos necesarios para ofrecer, sin ambages, una gratuidad real del servicio educativo.

Y finalmente, un modelo guiado por los fines que perseguimos. En primer lugar, ofrecer a la sociedad una educación de calidad, que en nuestro caso se concreta en una formación del alumnado inspirada en nuestros valores, los del cooperativismo: autoayuda, autorresponsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad. Valores que apelan a lo colectivo, a lo comunitario, a lo público; valores que entendemos universales y por los que trabajamos para que estén presentes y sean compartidos en las acciones que como escuelas llevamos a cabo en los entornos de los cuales formamos parte: nuestros barrios, nuestros pueblos y ciudades, nuestros países. Y con ello, un segundo fin: propiciar una transformación que alinee la educación con los valores cooperativos. Haciendo nuestras, en el día a día de nuestros proyectos, las palabras de José María Arizmendiarrieta, impulsor del movimiento cooperativo vasco, en el sentido en que el mundo (y también la educación, añadiríamos), no se nos han dado para contemplarlos, sino para transformarlos.

Desde la singularidad de nuestro modelo, de todo ello se sigue ocupando el cooperativismo educativo. Y aprovecharemos, también, este próximo Congreso para celebrarlo.n

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