Opinión
Indignación en la devastación
Todo es extraño al salir de casa: una niebla pegajosa, gente andando por autopistas entre despojos de hierro y coches amontonados. Parece sacado de una película de ciencia ficción
Apretar los dientes. Parar antes de teclear. Contener las lágrimas. Actuar sin ansia de rencor. Pensar dos veces. Dejar de lado ventajismos. Aportar antes que recriminar. Es el manual en estos casos. Es lo que dicta el sentido común. Intentemos el análisis lo más frío posible. Empecemos.
El comienzo. Me llama un profesor de la Universitat de València. No sabe si está contento o triste. Le pareció una exageración cuando el lunes por la tarde le llegó el mensaje de la declaración de emergencia de las facultades, que cerraban. Hoy no se quita de la cabeza lo que podría haber pasado el martes con las clases llenas de alumnos, la mayoría del área metropolitana, donde hubieran tenido que volver. Es lo que pasa cuando un protocolo de emergencias funciona. Habrá ocasiones (muchas) que parezca un exceso. Un día respiras porque te ha librado de una gran catástrofe.
La jornada. Todo es extraño al salir de casa: una niebla pegajosa, gente andando por autopistas entre despojos de hierro y coches amontonados. Parece sacado de una película de ciencia ficción.
La mañana del martes ya se vio la magnitud de la tormenta. Lo de Requena y Utiel no era normal. Y no era normal tal acumulación en esa zona: 173 litros hasta las 14.00. Los vídeos demuestran ya una mañana dramática. «Lleva sin parar de llover desde anoche. Han cortado carreteras, hay calles por las que no se puede pasar, son un torrente», decía una vecina a este diario. Si hay una acumulación de tal intensidad en el interior, la lógica dice que esas aguas pueden crear problemas tierras abajo.
Así fue. Pero la reacción de las autoridades tardó. A las 16.46 la Generalitat informa de la reunión del Cecopi (Centro de Coordinación Operativa) a partir de las 17.00. Emergencias anuncia una intervención del subdirector general de Emergencias, Jorge Suárez, a las 20.30 en À Punt. No se produce. Los avisos telefónicos extraordinarios empiezan a llegar a las 20.11. Es a las 21.20 cuando comparece en la televisión pública el president de la Generalitat. El caos ya era un hecho. El gran daño ya estaba en marcha. El tiempo de medidas de prevención había pasado.
La alarma que sonó en todos los teléfonos casi es perniciosa, mirada desde hoy, porque indica que existían medios para lanzar un mensaje general de peligro, una llamada a quedarse en casa y alejarse de riberas. Pero se ejecutaron tarde para la mayoría. Ya habían sucedido tornados. Ya se habían producido desbordamientos. Quizá sirvió para algunos .
La gestión de los embalses también deja dudas. Esa parte es competencia del Gobierno central. Forata se llenó en hora y media. ¿No existía mecanismo alguno para regular con anticipación desagües y no abocar con tal intensidad cuando el pantano ya estaba al límite? ¿Podría eso haber reducido las inundaciones?
A Moncloa también se le puede echar en cara que informa de la constitución de un comité de crisis pasadas las 23.00 del martes. Entonces solo existían sospechas (muy fundadas) de víctimas mortales, pero los daños eran más que evidentes.
Historia. Hoy se ven claras las ausencias del pasado, lo no hecho, a pesar de que era bien conocido. Es histórica la reivindicación de una solución a los barrancos transfigurados por el Plan Sur. Ahora se ha visto el drama en Aldaia, Bonaire, Xirivella, Torrent y, más abajo, en Picanya y Paiporta, cuando este sistema recibe cantidades de agua tan importantes. Los alcaldes llevan años reclamando inversiones que hoy se echan en falta.
Luto. La devastación viene cargada de indignación. Pero estos días son de duelo. Y de centrar los esfuerzos en paliar daños, recuperar una cierta normalidad y atender a las víctimas. En eso hay que estar. Juntos. Tras el luto, será el tiempo de las responsabilidades. Estas en política se traducen en destituciones o dimisiones. Solo hay que responder a una pregunta: ¿se podría haber hecho mejor? Yo no puedo contestar que no.
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