Opinión

La gran lección de los voluntarios en la dana: humanidad sin condiciones

Voluntarios ayudando zonas afectadas dana.

Voluntarios ayudando zonas afectadas dana. / E.P.

En los peores momentos, cuando los recursos institucionales parecen no dar abasto y la desesperación se extiende, emerge con fuerza un poderoso símbolo de esperanza: el voluntariado. Valencia ha sido testigo de cómo personas de todos los rincones de España, y hasta del extranjero, acudieron sin dudar para apoyar a los afectados por la dana. Estos voluntarios, sin distinción de edad, profesión o condición social, han demostrado un compromiso conmovedor con sus semejantes y han brindado una respuesta humana que debería inspirarnos y hacernos reflexionar.

La actuación de estas personas ha sido, sencillamente, extraordinaria. Entre ellos hay gente de toda clase y condición: jóvenes estudiantes, jubilados, profesionales de diversas áreas e incluso personas que también han sido víctimas de adversidades o enfermedades. Todos ellos han puesto su tiempo y esfuerzo al servicio de quienes, de un momento a otro, se vieron sin lo más básico. Con su ejemplo, los voluntarios nos han obligado a hacer un recorrido mental por las mejores virtudes del ser humano, como la solidaridad, la empatía y el sacrificio por el otro.

Mientras algunos representantes políticos y administrativos han fallado en una gestión eficiente de la crisis, los voluntarios han demostrado lo que significa estar a la altura de las circunstancias. Ellos no solo fueron los primeros en acercarse a las zonas afectadas para ofrecer agua, leche y otros artículos de primera necesidad, sino que continúan apoyando, comprometidos y organizados, en un trabajo que sigue siendo imprescindible para muchas familias que aún no han podido recuperar la normalidad. Sin esta ayuda, la crisis humanitaria que acompañó a la dana habría sido mucho mayor. Esto debe quedar claro y ser reconocido.

Estos gestos de entrega y sacrificio, de esfuerzo sin pedir nada a cambio, son una muestra de que se puede construir un mundo mejor. Nos hacen confiar en que la colaboración desinteresada sigue siendo posible y en que, a pesar de las dificultades, siempre habrá quienes antepongan el bien común y el apoyo mutuo a cualquier otra consideración.

La dana en Valencia nos ha dejado una gran lección: en medio de la adversidad, han sido los ciudadanos de a pie, esos que suelen ser invisibles para los grandes titulares, quienes han sostenido la esperanza de muchas familias. Hoy más que nunca, debemos reconocer su enorme valor y su ejemplo, porque son ellos, los voluntarios, quienes han mostrado la verdadera esencia de la humanidad.

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