Opinión | Tres en línea
Winter is coming
El profesor Antonio Gil Olcina, catedrático emérito de Geografía y rector honorario de la Universidad de Alicante, es una de las personas con mayor dignidad y coherencia de las que han ocupado cargos de responsabilidad desde la Transición en la Comunitat Valenciana. Conservador por naturaleza y liberal por convicción, al modo orteguiano, no dudó en enfrentarse a Zaplana en el cénit de su poder, ni en volver a hacerlo con Mazón, pese a que nada que no fuera su sola conciencia le empujaba a ello, antes de que el president cayera en desgracia, es decir, cuando aún era un enemigo formidable. Pero, sobre todo, don Antonio Gil Olcina (nadie que lo conozca es capaz de apearle el tratamiento, no por miedo sino por respeto), es uno de los científicos españoles que más ha estudiado el fenómeno de las gotas frías en el Mediterráneo y sus efectos. En estos días, no he dejado de recordar la sentencia con la que iniciaba sus clases cada curso: «No olviden que el agua siempre vuelve con las escrituras de propiedad en la mano». Lo sabíamos. Estábamos advertidos. Pero nunca hemos hecho caso. No teníamos Arca. Por desgracia, tampoco ningún Noé.
Lo que pasó el 29 de octubre no se ajusta del todo a la definición de DANA. En términos meteorológicos, seguramente sí. Pero en la práctica, lo que ocurrió fue un tsunami que arrolló con una energía inmensa todo lo que encontró a su paso. Los responsables de alertar a la población para que se protegiera no estaban alerta. Tal como han contado mis compañeros Alfons García y José Luis García Nieves, no sólo el presidente Mazón estaba de comida, sin que tres semanas después tengamos claro si era privada o «de trabajo». Su jefe de gabinete, secretario autonómico de Presidencia, José Manuel Cuenca, también estaba gestionando asuntos personales ese día fuera de València. El secretario autonómico de Relaciones Institucionales, Santiago Lumbreras, se encontraba en Alicante. Y el director general de Comunicación, Francisco González, también estaba en Alicante. En ningún caso se sabe por qué.
A estas alturas, por tanto, la única pregunta pertinente es la de quién narices estaba el día D en su puesto. ¿Quién había en el Palau? ¿Cómo es posible que todo el «núcleo duro» del actual politburó estuviera desperdigado? ¿Todo el bunker fuera del bunker? ¿En serio? Lo que está claro es que nadie de los que tenía que alertar era consciente ese día, a pesar de tener sobre la mesa un aviso rojo de la Aemet, ni de lo que se venía, ni de la responsabilidad que tenía.
El jefe del Consell ha declarado que mantuvo su agenda, como si no pasara nada. Una agenda que, casi un mes después, sigue teniendo agujeros por rellenar, sin que la última declaración de la periodista que supuestamente almorzó con él haya servido para sincronizar el cronómetro (el nuevo testimonio por persona interpuesta de Maribel Vilaplana, más que una declaración, parece un aviso a navegantes). Su jefe de gabinete, que no contestó a varias llamadas de la ministra Ribera, estaba en Xàtiva, adonde según su relato se desplazó a mediodía para atender asuntos propios. El responsable de las relaciones institucionales asegura que se fue a Alicante a media mañana, mientras el titular de la Comunicación de la Generalitat señaló que dejó València a las 5 de la tarde, también con destino a Alicante.
Pero lo relevante, siguiendo las horas, es que todos estaban desplazándose o comiendo a cubierto cuando ya había empezado a llover y decenas de carreteras estaban cortadas. Todos siguieron haciendo su vida, que en algunos casos era su vida particular, cuando ya había gente que la estaba perdiendo.
Ese descontrol del día D no se ha corregido todavía. Mazón ha tardado una eternidad, en tiempos políticos, en reconstruir su gobierno, lo que no es una buena señal cara a la reconstrucción de Valencia. Los nuevos consellers, ni siquiera lo son aún formalmente. Las consellerias y los departamentos que dependen de los cesados, importantísimos, llevan parados desde el 29 de octubre, sin santo ni seña. Las demás siguen sin tener agenda pública, o sea que no sabemos lo que están haciendo. El president no ha comparecido ni siquiera para anunciar los cambios, mucho menos para justificarlos. No ha respondido a preguntas cuyas contestaciones pueden parecer obvias, pero que deben seguir haciéndose y tiene que ser él el que las resuelva: ¿por qué ha cesado a la responsable de Emergencias?, ¿por qué ha nombrado a un militar para que lidere la reconstrucción?, ¿hay algún despacho penalista que está dictando sus intervenciones y actuaciones? El Consell está, en el peor momento, bloqueado. No es una exageración (¡ojalá pudiera decir lo contrario!), es lo que hay.
Mazón quería tener proyección nacional. La ha conseguido internacional, aunque desgraciadamente no para bien. Quería tener un puesto en la mesa en la que se decide la estrategia del PP, con Feijóo o sin él. Ahora puede conseguir el récord de ser el hombre que hizo a Feijóo y al PP perder por dos veces unas elecciones, lo que no tiene poco mérito. Mazón era el líder que había devuelto el mando a los populares en la Comunitat Valenciana. Y el que había sacado del ostracismo a unos cuantos políticos de la vieja guardia, entre ellos a Susana Camarero. Ahora es Susana Camarero quien le rescata a él. Una Susana Camarero a quien dirigentes muy destacados del PP atribuyen el nombramiento del teniente general Gan Pampols como vicepresidente de la Generalitat. Ni Mazón, ni Feijóo: Susana Camarero, que trabó amistad con el oficial cuando coincidieron ambos, siendo ella diputada y él responsable del centro de inteligencia del Ejército, en un cursillo en Madrid. El entorno de Camarero, quede constancia, niega tajantemente cualquier intervención. Aunque lo cierto es que, entre Feijóo, Mazón y Camarero, sólo ella conocía a Gan Pampols.
Y en cuanto al mando, Mazón ya no lo tiene. Sólo hay que ver las declaraciones hechas por su ‘amigo’ Emilio Argüeso, el responsable de Emergencias que se jactó de haber llegado un día tarde a la mayor emergencia de la historia y que alardea ahora de que ni él dimite ni nadie le ha dicho que lo haga. Argüeso irá a la calle, otra cosa no es concebible. Pero el mero hecho de que haya creído que puede gallear de esa forma indica que Mazón ya no es Mazón.
Viene el frío. Y esa debería ser la mayor preocupación. ¿Cuántas personas siguen en precario? ¿Cuántos miles? ¿Cómo vamos a abrigarlas, protegerlas? Eso, tan concreto pero tan esencial, es lo que necesitamos que explique cuanto antes el vicepresidente encargado del socorro. Pero el PP se resiste incluso a que Gan Pampols se presente ante las Corts Valencianes. No acaban de nombrarlo y resulta que ya no se fían.
Aunque me temo que donde está helando es en el Palau. Se acerca el invierno. Era el reclamo con el que se publicitaba una de las series más exitosas de la televisión, ‘Juego de Tronos’. Pero no triunfó por eso. Ni por sus muy bien diseñadas subtramas políticas. Si ha pasado a la historia, si tuvo tantos millones de espectadores, es porque no había entrega en la que no rodara una cabeza. Las de las dos conselleras caídas por dios y por Mazón («si caigo yo, caemos todos») no son suficientes ni para un episodio piloto. Estoy seguro, porque puede que se haya comportado con inconsciencia pero es inteligente, de que tarde o temprano Mazón llegará a la misma conclusión. Y si no, le harán llegar. Winter is coming. n
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