Opinión | NOVATERRA, VIAJE A LA DIGNIDAD
La generación de cristal rompe su techo
Las situaciones traumáticas suelen mostrar lo mejor y lo peor de las personas. Es un tópico de manual, sin duda, pero en el caso de la dana que asoló la provincia de Valencia el 29 de octubre se ha cumplido de nuevo. Y este artículo lo centramos en uno de los pocos aspectos positivos que podemos encontrar entre tanta desolación. Y es la alta participación, con el único fin de la solidaridad, de una mayoría juvenil a la que considerábamos de cristal y que se ha revelado dura como el acero y resiliente. Con ese material, siguiendo el símil, podríamos decir que ha roto su techo. Hablamos de un sector de juventud, una muestra representativa de menores de 30 años de Alcoi, Valencia y Alzira, a quienes hemos realizado diversas entrevistas en nuestros centros de la Fundación Novaterra. Puede que la muestra no sea exhaustiva, pero sí lo suficientemente variada para capturar la esencia de sus anhelos y expectativas. Se trata, con este artículo, de plantear una reflexión sobre cómo las instituciones y la sociedad pueden adaptarse para responder a sus demandas.
La juventud actual se enfrenta a un mundo de profundas transformaciones, si bien ello suele ser habitual en muchas generaciones, donde los desafíos sociales, políticos y económicos parecen multiplicarse. Para muchos jóvenes, sus áreas clave —sociedad, política, vivienda y empleo— no solo representan esferas de preocupación, sino que son los pilares que sostienen sus aspiraciones y planes a futuro. En un momento en que el cambio sucede en todos los niveles, entender las perspectivas de las nuevas generaciones nos ayudará a vislumbrar el camino que tomará la sociedad en los próximos años.
Sociedad: visión crítica y transformadora
Son conscientes de las desigualdades y las injusticias que persisten y, en muchos casos, manifiestan un fuerte deseo de transformación y una visión crítica general. No suelen aceptar estructuras sociales tradicionales y demandan un entorno más inclusivo, equitativo y sostenible. A su vez, muestran un gran interés por el impacto ambiental y por temas de justicia social, como la equidad de género y los derechos humanos. No ven estos temas como secundarios, sino como bases sobre las cuales construir una sociedad que realmente represente a todos sus miembros.
Política: relación compleja
La falta de representación, y la percepción de corrupción o falta de transparencia, son temas recurrentes que les hace sentir frustración por el sistema político. Ello genera en algunos un desencanto que los aleja de la participación política tradicional, como el voto o la afiliación a partidos. Sin embargo, esto no implica desinterés sino una búsqueda de formas alternativas de activismo, como el uso de redes sociales para movilizarse en torno a determinadas causas, participación en protestas y exigencia de políticas que respondan a los desafíos de la época. Apreciamos una generación que valora la transparencia y la autenticidad, y se muestra más inclinada a respaldar liderazgos que representen sus propios valores.
Vivienda: derecho lejano
La vivienda se ha convertido en el problema más serio para la juventud, en especial en las ciudades. Con precios en constante aumento y salarios que no crecen al mismo ritmo, acceder a una vivienda digna es cada vez más difícil y lejano para esta generación. Muchos sienten que el sueño de poseer una casa propia es casi inalcanzable y, como consecuencia, los modelos de vida también han cambiado. Compartir piso o vivir con los padres más allá de los 30 años son situaciones cada vez más comunes. La precariedad laboral y los altos costos de vida alimentan un sentimiento de frustración que se extiende a otros aspectos de la vida, afectando desde la independencia personal hasta la planificación familiar.
Empleo: precariedad y expectativas
El empleo es otro tema central y, a pesar de ser la generación más educada hasta la fecha, muchos no encuentran empleos estables, bien remunerados y con condiciones dignas. La economía basada en trabajos esporádicos y autónomos, y la flexibilización laboral, las identifican como sinónimo de precariedad. Valoran el equilibrio entre vida y trabajo para primar la salud mental y el tiempo personal. Aun así, la falta de oportunidades en sectores bien remunerados y estables hace que muchos se vean obligados a aceptar empleos que no cumplen con sus expectativas, lo que les causa otra muesca de desafección contra el sistema.
Visión del Futuro: desafíos y esperanza
Es evidente que son muchos los desafíos y las dificultades pero también que, si miramos al pasado, las anteriores generaciones de jóvenes tampoco lo tuvieron fácil. Detrás de todos estos aspectos, sin embargo, se aprecia una latente esperanza que les permita construir un futuro mejor. Su irrupción en la esfera pública real, en la que no deberían estar representados por influencers, telepredicadores o divulgadores de bulos, ha sido muy bien recibida, como decíamos al inicio. Solo por ello, ya les deberíamos mirar de otra manera y tomarles más en serio. Sus lecciones de vida, y sus opiniones, pueden servirnos de guía. Sigamos esa pista porque nos jugamos el futuro.
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