Opinión | Atalaya

Cirujanos de hierro

El presidente valenciano Carlos Mazón ha nombrado al general retirado, Francisco José Gam Pampols, vicepresidente de la Generalitat con el encargo de dirigir la reconstrucción de la zona cero después de la dana. El general estuvo destinado en Bétera, con lo cual su vinculación a Valencia está justificada. Además es licenciado en Ciencias Políticas y tiene una amplia trayectoria en gestión de crisis. Pero como venimos de donde venimos, llama la atención que en sus primeras declaraciones públicas afirme que no aceptará ninguna directriz política.

Vamos a ver… Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, ya lo dijo el torero y filósofo Rafael, el Guerra. En primer lugar, al aceptar el cargo ya ha tenido que asumir una dirección política. Y en segundo, después de una catástrofe de tal magnitud, para reconstruir una zona devastada no queda otra que seguir el ordenamiento político para poder canalizar las ayudas y coordinar la gestión autonómica y central, tal como establece la Constitución. Esto es así se mire por donde se mire.

Ser militar y demócrata es una profesión de alto riesgo. Créanme que sé de lo que hablo. Tomé mi primer biberón en un cuartel de alta montaña, situado en el campamento de Santa Cruz de Parga, en Lugo, a 5º bajo cero, donde mi padre estaba recién destinado. Yo tenía pocos meses así que me llevaron de campamento. Es lo que tiene curtirse con padres jóvenes y aventureros. Aprendí a gatear sobre el terreno, me adapté a las pistas llenas de baches cuando iba dentro de una canastilla en el asiento trasero de aquellos viejos jeeps del ejército sin cinturón de seguridad. Me acostumbré al régimen cuartelero y a ver llegar a mi padre a casa caballo como Clint Eastwood en las películas del Oeste. Que mi padre además de un buen jinete, era un hombre valiente lo descubrí algo más tarde. En 1975 fue condenado en un consejo de guerra sumarísimo junto a ocho de sus compañeros por defender precisamente que el ejército debe estar siempre al servicio de las instituciones democráticas, en las que reside la soberanía popular.

Mientras estaba en la cárcel, un periodista alemán le preguntó si era marxista.

- Mire- dijo con media sonrisa- en mi situación con ser demócrata tengo ya bastantes problemas.

No es que sea una experta en temas militares, pero algo sé. No sólo como hija de militar, sino porque siendo casi una cría tuve la suerte de poder compartir mesa y claveles con los capitanes de abril. También conocí de primera mano, la impecable labor profesional que realizó nuestro ejercito en la reconstrucción de Bosnia cuando estaba al frente de la misión internacional el histórico alcalde de Valencia Ricard Pérez-Casado, siguiendo, por supuesto, directrices políticas, en este caso de la Unión Europea. Admiro profundamente la labor de la UME y la profesionalidad de nuestras fuerzas armadas bregadas en misiones de paz. Pero también conozco nuestra Historia.

Hasta hace poco éramos, o creíamos ser, un país moderno y civilizado, de esos en los que la gente lee el periódico, sale a correr por los parques y se cede el paso en la puerta del ascensor. Pero tendemos a subestimar nuestra capacidad histórica de volver a las andadas. Y conviene no bajar la guardia.

Con esto sólo quiero decir que en un momento de populismo trumpista galopante, de encanallamiento político y de confusión general, me parece peligroso transmitir el mensaje de que se aparten los políticos que vienen los militares a arreglar el patio. Estoy segura de que no era esa la intención del ex general Gam Pampols, al que desde aquí sólo podemos desearle todos los aciertos en su tarea de reconstrucción al servicio público, porque su éxito será el de todos.

En l’Albufera comienza ahora el ciclo del arroz. En algunos balcones de la zona cero empiezan a encenderse débilmente las primeras luces de Navidad, también las velas en las habitaciones de la memoria… Existe una delgada línea de normalidad que es ese cable alto y tembloroso por el que caminamos todos cada día. «Tenemos que vivir, no importa cuántos cielos hayan caído», decía D.H. Lawrence. Bien, hagámoslo con todas las de la ley. Para empezar el presidente de la Generalitat debe asumir su responsabilidad como corresponde en un estado de derecho, sin parapetarse tras el escudo de ningún cirujano de hierro. Es lo mínimo.

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