No siempre merecemos lo que nos pasa

Se puede bucear por las extensas redes sociales, y encontrarse con situaciones y hechos similares a los ocurridos en Valencia, seguidos de unas intenciones, promesas o explicaciones, que ponen los pelos de punta «si van a ser» la guía de lo que pueda ser la reconstrucción de las zonas arrasadas por la dana.

Y digo «si van a ser», porque a raíz del huracán Katrina que asoló el sur de EE.UU en 2005, quienes las expresaron son de la misma corriente ideológica de quienes, fruto de la democracia, tienen el inmenso honor (no parece que el reto) de gobernar esta tierra.

«Ya se sabe, mucha de la gente que está aquí ya estaba al borde de la indigencia, así que todo esto les ha venido muy bien» (Bárbara Bush, esposa del expresidente George H. W. Bush y madre del presidente George W. Bush).

«Al fin conseguimos limpiar las viviendas sociales de Nueva Orleans. No pudimos hacerlo nosotros mismos, pero Dios lo ha hecho por nosotros» (Richard H. Baker, republicano por Luisiana a la Cámara de Representantes desde 1987 hasta 2008).

«El huracán Katrina fue un acontecimiento espantoso. Sin embargo, dio la oportunidad a Nueva Orleans de convertirse en el laboratorio de este país» (Ryan Berni, asesor del alcalde de Nueva Orleans).

Visto que los primeros proyectos de reconstrucción se están adjudicando a personas o empresas relacionadas con la corrupción del PP (caja B, Gurtel, a jefes de Gabinete,…), no es difícil imaginar si el interés de los adjudicatarios estará en las personas o ciudades arrasadas, o en sacar la mayor tajada posible de la desgracia ajena. Aun sin quererlo, me asalta la sensación que el Palau de la Generalitat, se va a convertir en un acogedor nido hacia el que se precipitarán los representantes de la élite, de la patronal y de la derecha más oportunista.

¿Qué soy muy mal pensado? A los hechos pasados me remito para poder tener una opinión seria y coherente, lejos de dejarme llevar por unos buenos deseos y unas buenas intenciones hipócritamente expresadas, exuberantemente publicitadas y que tanta frustración y desengaño han causado.

Porque llegadas ciertas circunstancias, como es el caso de la dana, ya empiezan a surgir como hongos quienes parecen ser alumnos de Milton Friedman, aquel nefasto economista cuyas teorías, premiadas con el Nobel, infringieron cruentos y desgarradores sufrimientos a las poblaciones de medio mundo (Bolivia, Chile, Guatemala, Irak,…), bajo la máxima que el mercado se autoajusta y que las intervenciones gubernamentales siempre se ejercen con deficiencias y son potencialmente desestabilizadoras.

Tenemos numerosos ejemplos de mala gestión por parte de gobiernos del PP, tanto aquí en Valencia (trajes de Camps, accidente metro de Valencia, cotinos y yonkis del dinero, visita del Papa, las ITV de Zaplana, las borracheras de Rita, los sobornos de su teniente de alcalde,) como a nivel nacional (el 11M asignado a ETA, accidente del Alvia, amnistía fiscal del 2012 declarada inconstitucional, hundimiento del Prestige, el Banco Malo de Rajoy, policías patrióticas), lo cual pone de manifiesto, no solamente la ineptitud y mediocridad de los gestores, sino también el bajo o nulo nivel moral de sus actuaciones.

En cierta ocasión, un conocido dirigente popular, cuya más alta forma de romanticismo es retirar la ropa del tendedero para que no lo haga su mujer, soltó su máxima filosófica de «somos fascistas, pero sabemos gestionar». Y hasta esa filosofía básica de vida es falsa, pues solamente es verdad la primera parte, sin duda. Hasta para ser fascista se necesita algo de conocimientos gestores, aunque sea un poco.

Respecto a los millones que vendrán y que ya han empezado a repartir vía amigos, conocidos y aduladores, no olvidemos algunos aspectos.

Primero, que esas millonadas provienen de unos impuestos que el PP quiere rebajar, haciendo que quienes más tienen (bancos, inversores, empresas energéticas,….) paguen menos. Impuestos que no sólo provienen de los bolsillos de la mayoría de la sociedad (el trabajo, las pensiones), sino también de los inmigrantes ilegales, que además de sufrir el acoso y la precariedad laboral, pagan sus impuestos cuando compran comida o ropa, toman un café o van al cine.

Segundo, que esas millonadas, parece que van a ser gestionadas por un militar que dice no responder a los políticos. No es consciente que como vicepresidente, forma parte de un gobierno que salió de unas elecciones. Pero claro, por desgracia, en España todavía quedan muchos militares que consideran la democracia como algo malo, funesto, inútil y pernicioso. Un mal menor, vaya.

Tercero, el molt honorable no se quiere ir, quiere quedarse, y creo que no por responsabilidad, no por amor a su tierra, no por su deber hacia los afectados. No se irá porque hay una enorme tarea que llevar a cabo: la de controlar que, llegado el momento de repartir esa millonada, los máximos beneficiados sean quienes le auparon al cargo o beneficiaron al partido. Muchos están temblando de felicidad y emoción, intuyendo la catarata de dinero que va a caer en sus cuentas. Ahora que se acerca el sorteo de Navidad, se podría decir que a muchos ya les ha tocado la dana. Recuerden aquel que dijo haber entrado en política para hacerse rico. Pues eso.

Es prioritario, urgente y de justicia, habilitar casas, calles, puentes, colegios, reflotar negocios y empresas, reponer muebles, coches,… pero sobre todo, hay que reconstruir proyectos de vida, ahora liquidados de un plumazo por tanta irresponsabilidad, tanta ineptitud, tan poca empatía, tanta política rastrera, tanta oscuridad, tanta maldad, tanta ineficiencia.

Y que esa prioridad, urgencia y justicia realmente sirva a las personas afectadas, ha de implicar un esfuerzo titánico que se realice con profesionalidad acreditada, transparencia total, honestidad demostrada, confianza ganada, humildad máxima y empatía aplicada.

Conocedores que siempre ocurre lo mismo, no dejemos que el tiempo nos haga olvidar y mirar hacia otro lado, no dejemos que algunos se salgan con la suya esperando que la tormenta escampe.

No siempre merecemos lo que nos pasa.