Opinión | Tres en línea
Si Mazón quiere gobernar, que gobierne
Desde la fatídica jornada del 29O no ha habido día en que no se haya pedido la dimisión de Carlos Mazón, así desde la calle (130.000 personas en primera convocatoria, alrededor de 100.000 en segunda), como desde las columnas periodísticas o las tribunas parlamentarias y los foros partidarios. Este artículo no pretende insistir en ello, sino exigir lo que parecería lo contrario. Puesto que el presidente de la Generalitat tiene el empeño de no renunciar a su cargo, lo que cabe reclamarle entonces es que lo ejerza. La Gran Riada no sólo devastó 79 localidades valencianas, sino que también arrasó el crédito del Consell. Hay desde ese día un vacío institucional que debe, por el bien no sólo del autogobierno sino de la vida cotidiana de los ciudadanos, enmendarse cuanto antes. Si Mazón quiere gobernar, que gobierne. Pero sin más dilación. Son tres los centros de poder que han de funcionar de forma coordinada. Y de quien debe partir la iniciativa es del jefe del Consell.
1. Valencia. El president está prácticamente recluido en el Palau, en un confinamiento que ya ha cumplido la cuarentena. Apenas hay agenda conocida. Esa falta de presencia es perniciosa, no para él, sino para los gobernados. Ni siquiera lo más elemental de cualquier manual de crisis (siendo esta la mayor que ningún gobernante ha tenido que afrontar) se ha cumplido. El jefe del Consell no ha convocado a los líderes de los grupos parlamentarios o los dirigentes de las fuerzas políticas. No ha reunido a los alcaldes de los municipios devastados, algunos de los cuales han estado ya en el Congreso de los Diputados sin haber pisado todavía la sede del Gobierno valenciano (ni tampoco las Cortes, esa es otra). No ha convocado a los representantes sociales, ni a los empresarios ni a los sindicatos. No ha movilizado el tejido social. Lejos de eso, ha suspendido los actos de la Constitución, con la que se debería abrigar, para aparecer en un acto de carácter municipal en Benidorm, buscando refugio. Se siguen acumulando errores, transmitiendo debilidad, trasladando desconcierto.
Hay unos presupuestos que aprobar. Pero parece que el Consell dé por bueno no sacarlos adelante, sin ni siquiera intentarlo. En una finta burda, porque quedó demasiado claro que el objetivo primero no era salvar las cuentas de la Generalitat sino las del Gobierno central, la secretaria general del PSPV, Diana Morant, le ofreció el apoyo de los diputados socialistas para dar vía libre a ese presupuesto. Pero Mazón no ha sabido o no ha querido aprovechar la ocasión y tomarle la palabra. En todo caso, es el president el que tiene la obligación de dar el siguiente paso. Quedarse al albur de la irracionalidad de Vox no es una opción cuando se tiene la responsabilidad de hacer frente a la mayor tragedia que ha sufrido ninguna comunidad española. Y en términos de cálculo político, empoderar aún más a la extrema derecha negacionista sería un error fatal para el futuro.
2. Madrid. Hay muchos hitos en esta crisis, pero sin duda uno de ellos está en las comparecencias que por separado protagonizaron Pedro Sánchez, desde La Moncloa, y Carlos Mazón, desde el Palau, el 2 de noviembre. Este periódico ya advirtió ese día de que no era buena señal que la comparecencia no fuera conjunta. Por desgracia, desde entonces se han confirmado los peores augurios. Se ha descrito lo sucedido en Valencia como la mayor catástrofe registrada desde mediados del siglo pasado en España. Pero si eso es cierto, ¿cómo es posible explicar que el presidente del Gobierno y el de la Generalitat lleven más de un mes sin hablar? A los ciudadanos les da igual quién sea el culpable de ello, como tampoco les importaba, cuando intentaban escapar de la furia del agua, de quién eran las competencias. Pero también aquí es el jefe del Consell el que debe impulsar la recuperación del diálogo porque es su comunidad la que se está jugando la reconstrucción. Ya se saldarán las deudas luego. Pero ahora, ni el Palau puede ser un bunker, ni Valencia un trasunto de Numancia. El aparato de Sánchez puede enviar todos los días un ministro. Y el relato que estos hagan encontrará para asentarse la facilidad de que, por la otra parte, resulta pasmosa la desaparición de los consellers. Pero sin coordinación entre las dos administraciones todo será más penoso. Y esa coordinación no será real mientras no se recupere la línea directa entre Sánchez y Mazón.
3. Bruselas. Teresa Ribera, que el 29O todavía era vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Cambio Climático del Gobierno de España, no puso pie en Valencia porque estaba preparando sus oposiciones para alto cargo europeo. Conseguido éste, siendo ya vicepresidenta de la Comisión, donde también se encarga entre otras materias de la transición ecológica y el cambio climático, tampoco ha querido ir a Valencia. Es desoladora esa actitud. Incalificable políticamente. Pero tampoco ha venido ningún funcionario europeo, ni se conoce que se hayan encargado informes más allá de los nacionales, ni que haya habido ninguna reunión de los máximos órganos comunitarios para tratar de la devastación y sus consecuencias, ni que esté en marcha ningún plan europeo especifico de reconstrucción, con nombre, calendario y fondos propios. Peor aún, tampoco consta que el Gobierno español lo haya pedido. Mazón tiene la obligación de presionar en este punto a Sánchez, porque da la sensación de que las dimensiones del drama no han sido entendidas cabalmente por la UE. Y recordarle de paso a Feijóo, con el que ahora habla todos los días y algunos mañana y tarde, que Bruselas no sólo está para exportar batallas domésticas, sino también para hacer políticas de Estado, en su sentido más noble y literal.
Vienen días decisivos en orden a cambiar el rumbo de colisión que las administraciones han mantenido hasta aquí y que sólo sirve para desconsolar a los ciudadanos y alimentar a los que quieren acabar con el sistema en beneficio propio. Los funerales por las víctimas mortales hasta el momento contabilizadas (222, pero aún hay desaparecidos) no pueden registrar el lunes el más mínimo choque entre instituciones ni volver a demostrar falta de empatía con los damnificados, que tienen derecho a la indignación, porque sería el peor colofón a la carrera de despropósitos que venimos padeciendo. Y la conferencia de presidentes prevista para mediados de este mes en Santander debería servir para avanzar en nuevos mecanismos de cogobernanza teniendo como ejemplo todo lo que no ha funcionado en la DANA. Mazón, al que Feijóo no para de repetirle que está en libertad vigilada, vuelve a jugarse el todo o nada en ambas partidas. Veremos.
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