Opinión | Punto y aparte
Dana y accidente del metro en València: demasiadas semejanzas... ¿Mismos errores?
La justicia dilucidará las responsabilidades judiciales por esta tragedia pero desde el principio han ido goteando, gestos, relatos y reacciones que evocan, irremediablemente, a muchas cosas de las que pasaron en 2006.
Poco después de la dana del pasado 29 de octubre, en esos días en que solo los voluntarios (e incluso algunos periodistas) eran los primeros en llegar a las zonas arrasadas, mostraba a una conocida mi temor de que con esta tragedia sucediera lo mismo que con el accidente del metro. Para ser sincera, cuando expresé este miedo no sabía muy bien a qué me estaba refiriendo exactamente de toda aquella inmensa infamia que rodeó el horror del 3 de julio de 2006 en el que murieron 43 personas y otras 47 resultaron heridas: falta de información, bulos y falsedades sobre el origen del siniestro, un funeral apresurado, intentos de compra a las víctimas, maltrato institucional, ausencia del presidente para dar la cara y cero responsables. En el pack del accidente del metro entraron todos los ingredientes de la mala gestión pública, la desatención constante a los afectados y una desmemoria colectiva de las que empequeñecen a la sociedad y al individuo. Fueron años de mucho sufrimiento para las familias de las víctimas pero, no olvidemos, el partido que gestionaba entonces la Generalitat (gestora única de la red de Metrovalencia) arrasó en las posteriores elecciones con mayoría absolutísima y lo hizo, una vez tras otra, hasta 2015. Ahora, de nuevo, gobierna el Consell.
Es verdad, como me replicó mi interlocutora, que a diferencia de entonces, la catástrofe de la dana ha ocurrido 'en la superficie' y 'a la vista de todos', lo que impediría, según ella, desde posibles alteraciones de pruebas en la oscuridad de un túnel hasta que la tragedia en sí caiga en el olvido generalizado. Demasiados afectados y demasiadas personas que saben que la alarma llegó tarde. La justicia dilucidará las responsabilidades judiciales de la Generalitat, el Gobierno y los ayuntamientos (tres administraciones frente a una en el accidente del metro), pero desde el principio han ido goteando, gestos, relatos y reacciones que evocan, irremediablemente, a muchas cosas de las que pasaron entonces.
Todos aquellos que informamos, en mayor o menor medida, sobre aquellos días de julio de 2006 recordamos las llamadas de altos cargos del PP a los directores de medios expandiendo bulos sobre el conductor del convoy, que si estaba haciendo esto o lo otro, difamando, para desviar la mirada que periodistas como mi compañera Laura Ballester ya habían puesto en lo que, finalmente, se confirmó un detalle clave que habría evitado el siniestro: la falta de una baliza cuyo coste era de 3.500 euros. Bulos, fakes y desmentidos. Hasta tres versiones diferentes se han dado desde Presidencia sobre la famosa comida del presidente Mazón el pasado 29 de octubre y no se imaginan ustedes el tiempo que ha invertido esta redacción en contrastar, confirmar y desmentir o avalar informaciones que se presuponen fiables porque parten de una administración autonómica.
Camps nunca recibió a las víctimas
El otro día escuchaba al president de la Generalitat, Carlos Mazón, afirmar rotundamente que recibirá a las familias 'cuando toque' porque ahora 'estamos en fase de duelo todavía'. ¿Saben lo que pasó en 2006, después del funeral con todas las autoridades y después de la visita del Papa? Que jamás Francisco Camps, jefe del Consell de entonces, recibió a las víctimas ni les pidió perdón. Tampoco el PP a pesar de que prometieron que lo harían cuando hubiese sentencia firme. Únicamente Camps apareció, por sorpresa, en una reunión del primer presidente de la Asociación de víctimas del 3 de julio (Avm3j), Enric Chuilo con el vicepresidente Víctor Campos, en lo que se asemejó más a una envolvente que a una "recepción". Mazón sólo se ha "acercado" a las familias de los fallecidos en el funeral de la Catedral. Prefiere, de momento, tomar distancia. Las víctimas duelen y acercan el drama. Como Pedro Sánchez, que ha puesto pies en polvorosa tras su visita a Paiporta. Los únicos que no pueden irse, aunque no dudo que más de uno lo habría hecho estas semanas en las que también han perdido bienes personales, han sido los alcaldes y alcaldesas, que ya han celebrados sus correspondientes plenos. Quizás sea la magnitud de la tragedia de la dana o el alud de solidaridad de toda España lo que impida que las familias de los fallecidos y desaparecidos tengan que pasar el calvario que vivieron las del metro y se les escuche, ampare y atienda como corresponde. Pero si algo ha demostrado cierta manera de hacer política es que el mal trato, pasar de puntillas, ponerse de perfil, no dejarse ver, mantener una separación y hacerse el sueco, en esta tierra, viene compensado electoralmente. Aunque parezca increíble.
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