Opinión | Crónica de la incultura
2025 en clave de re
Parece que por fin se han decidido a mover ficha y a salir de su increíble, intolerable e infame inactividad. A partir de ahora –dicen– la consigna no se formulará en modo IN-, sino en clave de RE-: re-alojar, re-bajar, re-conocer, re-construir, re-cubrir, re-escribir, re-formar, re-modelar, re-mover, re-novar, re-poner, re-solver, re-tener, re-unir, y así hasta un centenar de palabras que incluyen la misma idea, la de volver a empezar. El prefijo re- tiene mejor fama que el prefijo in- y nuestros políticos, que son como fieras abalanzándose sobre los despojos, han avistado la manera de aventar verbalmente las ruinas del desastre para intentar labrarse una reputación mínimamente vendible. El consell (del PP) se proclama como el de la reconstrucción. El congreso federal (del PSOE) se ha presentado como el de la renovación. Solo palabras. Me temo que los primeros se limitarán a intentar reconstruir su crédito perdido y los segundos no pasarán de renovar las gastadas promesas de ayer.
Claro que es urgente realojar a las personas que han perdido su casa, rebajar la tensión ambiental, reconocer los errores cometidos, reconstruir desde las grandes infraestructuras hasta los modestos negocios, recubrir las viviendas sin techo, reescribir la historia falseada del día 29-O, reformar la estructura ubanística que facilitó la catástrofe, remodelar las plantillas de los servidores públicos, remover escombros, renovar las expectativas de vida de las personas afectadas, reponer las estanterías de los comercios, resolver los infinitos problemas con que se encuentran los vecinos, retener a las personas valiosas cuya marcha dejaría una sensación colectiva de orfandad, reunir el capital suficiente para abordar la recuperación. No sé si somos suficientemente conscientes de la magnitud de la catástrofe. Hay quienes pretenden disimular la gravedad de lo sucedido con el argumento del número de víctimas, señalando que peor fue el cómputo de las inundaciones del Vallés (1962) donde oficialmente se contaron seiscientos fallecidos y realmente parece que llegaron a un millar O aducen la evidencia histórica que contabiliza varias grandes inundaciones en Valencia desde su conquista por Jaume I (1238). Sí, pero no: una triste peculiaridad de esta dana del 29-10-2024 es que lo que parecía sólido de repente se nos ha desmoronado, no solo física, sino también mentalmente. Las inundaciones anteriores a nuestro siglo XXI se producen en un contexto en el que la población afectada se resignaba a lo inevitable. En nuestro caso no es así: el área devastada constituía una zona en expansión, sus habitantes estaban orgullosos de lo que habían hecho con su esfuerzo, y lo que se ha hundido es mucho más que sus propiedades, es toda su mundo imaginario. Tal vez esto explique la marea de solidaridad que, procedente de toda España, se ha volcado sobre ellos. No me cabe la menor duda de que este imaginario colectivo debe mucho a la cohesión propiciada por las redes sociales, por esta extraña manera de comunicarse, tan cálida, y en ocasiones tan grosera, en la que nos hallamos inmersos. Llevamos décadas sometidos al discurso autonomista del que tanto se benefician nuestros políticos. Ahora sabemos que la gente no hila tan fino, que los miles de voluntarios que han acudido a Valencia, sin que nadie los llamara, lo han hecho, fundamentalmente, porque sienten que esta ciudad y sus alrededores también son suyos y que sus habitantes son parte de su familia. He aquí una lección que los políticos deberían aprender por la cuenta que les trae. Si no lo hacen, luego no se sorprendan de que los ciudadanos les damos la espalda. Lamentablemente siguen ciegos y sordos: el incendio de los coches almacenados en Catarroja demuestra que no han sido capaces ¡ni de limpiar un parking!
Por eso llaman la atención sendos artículos de Levante-EMV del 8 de diciembre firmados por dos ex-, Joan Romero, que certifica el hundimiento de la ilusión autonómica, y Ximo Puig. qiue habla de refundación. Es una modulación de re- que que no aparece en la lista anterior: la de resetear o reiniciar, tan propia del mundo moderno. Cuando un ordenador se queda colgado porque se le cruzan los cables, lo reseteamos, lo cual representa mucho más que arreglarlo, es volver a los orígenes, vale decir, re-fundar el estado autonómico. Si las muchas acciones que se deben emprender en el próximo año no incluyen un replanteamiento de los fundamentos de nuestra existencia colectiva, la dana del 29-O solo será el preludio de males mucho mayores. Así niciamos 2025: entre el temor y la esperanza. n
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