Opinión
Una estrategia para la Diputación
La Diputación se justifica otorgando medios e instrumentos a los ayuntamientos para que estos generen bienestar en sus ciudadanías. Esa es la lógica. El triángulo que nos ocupa. Nuestra presencia en la Diputación Provincial de Valencia tiene un objetivo claro en esta época: aportar soluciones con vocación propositiva para mejorar esa dinámica.
Obviamente, fiscalizar como oposición todo aquello que entendamos que exige crítica y reproche. Se llama democracia. Sabemos que estamos en la administración más instrumental y práctica de toda la arquitectura institucional. Sabemos que estamos en un escenario de democracia indirecta que, precisamente por ello, necesita legitimarse cada día con políticas útiles. Por eso aquí no caben ni las arbitrariedades ni los caprichos. Nuestro mundo son los ayuntamientos. Todos. Especialmente los más débiles y aquellos en riesgo de despoblación.
Sin duda alguna, el 29 de octubre cambió el curso de la historia en esta provincia. Nada puede volver a ser como antes. Pero recordemos algunos hitos que han sucedido recientemente.
Desde el PSPV hemos facilitado la aprobación de un presupuesto que rompe todos los esquemas del propio que el actual equipo de gobierno ya había aprobado en la comisión previa (con su inequívoco dictamen favorable). Todos ellos, juntos y conformes.
Los socialistas llevábamos semanas proponiendo no solo unas cuentas expansionistas, sino un gran acuerdo de legislatura para reconstruir todos los municipios devastados por la tragedia de la dana. Al final, se vea como se vea, se impuso ideológicamente nuestro marco de política presupuestaria. Lo planteamos con una frase que lo resume todo: más Keynes y menos Milei.
Los grandes acuerdos entrañan cesiones, pero el cambio de postulados financieros experimentó un viraje brutal. Se trataba de que la diputación (acaudalada por naturaleza sin mover una pestaña) no arrastrara los pies ante el drama y pusiera todos sus instrumentos (incluyendo lógicamente el endeudamiento) al servicio de la gente dañada, los municipios heridos, los autónomos, empresas, negocios y comercios arruinados. Ahora o nunca.
No podíamos concebir una sociedad hipotecada y una institución celosa de sus fondos económicos y de su margen de esfuerzo. Tocaba barajar las cartas de otra manera y arriesgar mucho más. No nos podía cuadrar en la cabeza ni en el corazón que una institución que se nutre de parte del IVA de comercios que todavía no saben si volverán a levantar la persiana, permaneciera, prácticamente, tocando el arpa.
Aunque ya la teníamos preparada antes de la desgracia, esta semana también presentamos y readaptamos una moción para que la Diputación trabaje en un Plan Estratégico de Provincia. No nos vale una gestión sin horizonte, sin la ambición necesaria para saber a dónde vamos como sociedad y como territorio.
Nos encontramos en un momento extraordinario y crucial para afrontar los grandes desafíos y los cambios vertiginosos que marcarán nuestro tiempo.
Señalemos algunos. El cambio climático en todas sus dimensiones y derivadas ligadas a los fenómenos extremos que ya nos castigan con enorme dureza. La despoblación, el reequilibrio territorial y el reto demográfico. El acceso universal a unos servicios públicos dimensionados y fortalecidos. Que tu municipio de origen no sea una circunstancia limitante. Los cambios tecnológicos y la irrupción imparable de la IA. La industria 5.0. La deslocalización empresarial. La productividad de nuestro modelo económico. La nueva empleabilidad. El reto de la salud mental, imprevisible tras la catástrofe. Una nueva movilidad sostenible.
Y algunos más: la propia gestión de las Emergencias, la sequía estructural, el envejecimiento activo, la lucha contra la soledad no deseada, el acceso a la vivienda digna, etc. La descarbonización, la transición energética y el cumplimiento de la Agenda 2030. Todos juntos constituyen suficientes argumentos para dotarnos de una estrategia multinivel, orquestada y coherente que se implemente en la provincia. O se planifica o se improvisa. O se aborda el potencial de la democracia construyendo una inteligencia colectiva al servicio de una idea y unos valores de provincia o se opta por la rutina o el sálvese quien pueda.
Una nueva estrategia que genere diferentes nodos de desarrollo y crecimiento que, en una provincia con 2.600.000 habitantes y 266 municipios, revierta la lógica de la desigualdad cronificada entre centro y periferias y rediseñe un modelo en el que todas las realidades quepan, se complementen y encuentren su papel.
Lo explicamos claramente, no queremos un Plan Estratégico de un partido, ni de un gobierno, sino el de todos. Pedimos dotarnos de un documento de planificación que incorpore una idea de provincia y nos dote del marco de acción para alcanzar objetivos lógicos, coherentes y, si me lo permiten, ambiciosos en un territorio y una sociedad que pueden llegar más lejos.
Necesitamos liderazgo. Liderar es contribuir a diseñar, coordinar, garantizar -insisto- un propósito y unos valores de provincia. Sacar nuestra mejor versión y la mejor versión de los demás.
Nos encontramos en un momento extraordinario y crucial para afrontar los grandes desafíos y los cambios vertiginosos que marcan nuestro tiempo. Ya no se trata de hacer cosas para regresar a la foto fija previa al 29 de octubre, sino de formular una estrategia para reinventar un futuro al que debemos llegar más fuertes, distintos y mejores.
El aldabonazo brutal que la vida nos acaba de dar requiere capacidad de reacción. Pero para reaccionar de verdad, levantando la mirada del ombligo, se necesita voluntad de cambio. Esta institución se juega cada día su credibilidad. No nos valen los argumentos usados para rechazar esta propuesta: que la Agenda 2030 ha causado las muertes (nadie del gobierno tuvo ni los reflejos ni la voluntad de confrontar esta barbaridad pronunciada por los ultras). O que la planificación estratégica son unos presupuestos que culminan cada año o que no estamos para planificar estratégicamente el futuro (tal cual). Pero si todo el mundo sensato trata de hacerlo!!. Si esta desgracia que toca reconstruir nos anuncia que vendrán más!!!. ¿Podemos caminar y masticar chicle a la vez?
La Diputación necesita abandonar su área de confort y más humildad para no creerte que ya no puedes hacer nada mejor.
Estamos ya en un mundo en el que las instituciones tristes, conformistas y melancólicas no van a ser útiles.
Por eso solicitamos modernizar nuestro potencial y concedernos la oportunidad de hacer las cosas mejor.
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