Opinión | En el barro
El peor año de nuestras vidas
El titular iba a ser una pregunta, pero me mantengo en la afirmación, que es siempre subjetiva. Alguno de aquellos que acaba de tocarles la lotería difícilmente dirá que es el peor año de su vida. O quizá sí, si hace unas semanas que perdió a alguien cercano. Incluso alguien que ha perdido casa y coche en la gran riada posiblemente no dirá que es el peor año si ha sido también el que ha conocido a la persona con la que está convencida de que va a compartir el futuro o ha visto nacer a su primer hijo. Mejor y peor son los adjetivos más personales del diccionario, pero en lo colectivo mi generación no ha conocido un año enmarcado con tanto dolor. Quiero decir que si no te ha sucedido algún acontecimiento íntimo extraordinario, si lo mejor del año es no haber sufrido en primera persona alguna de las tragedias que nos han tocado, entonces 2024 ha sido un mal año colectivo, que pasará a la historia asociado a dos tragedias.
Me mantengo en la afirmación después de revisar las fotografías en busca de la mejor para el ‘Crónica’ de este año, el especial de fin de año que recapitula 365 días. Me reencuentro con el horror del fuego tan cercano, la noticia que en febrero recorrió los medios de comunicación de todo el mundo y llenaba las calles de tu vida de un poso viscoso y un olor a muerte.
La tragedia es relativa y aquella, con diez fallecidos, quedó en poco cuando vino la barrancada del 29 de octubre. Pierdo las dudas sobre la imagen del año cuando el jefe de fotografía del diario envía la de una familia arropando a la abuela mientras escapan del barro en Paiporta. Es la foto y es el contexto. El disparo es a las 9 de la mañana del día 30, la mujer llora mientras camina sobre el lodo cogida de los brazos por un hombre y una mujer más jóvenes; al lado está el barranco y todo lo que se ve es destrucción. La foto es el contexto porque es de las primeras que toma Miguel Ángel Montesinos tras una noche de horror, en la que se encontró salvando su pellejo en lo alto de la atracción infantil de un parque mientras el agua alrededor se lo llevaba todo, incluido su coche. La foto es el despertar de una ciudad (y un país) en ‘shock’, que aún desconoce la magnitud de lo que había pasado esa noche y todo lo perdido.
El tiempo juzgará si hemos estado a la altura en esas horas críticas y las que vinieron después. Mi impresión es que la sociedad ha estado mejor que sus representantes políticos, pero eso suele pasar en las grandes desgracias. El tiempo juzgará en todo caso si esta democracia de partidos, bloques y bandos sale más tocada que revivida de esta tragedia colectiva. Mi impresión es que el Estado (donde cabe desde el Gobierno central al autonómico y municipal) está demostrando capacidad de acción, pero se ve lastrado por un contexto tóxico de extrema confrontación y escasa lealtad que contribuye a huir de responsabilidades.
No ha sido un buen año, me mantengo en la afirmación, por toda esa atmósfera política y social, que no es solo de aquí. No ha sido un buen año porque la mayoría de cambios democráticos nos sitúan en la plataforma de salida hacia un mundo peor, más desigual y autocrático. Europa es el rincón de resistencia, pero cada vez presenta más agujeros en su interior. Lo bueno es que resiste. Lo malo es que resistir es un objetivo triste, poco ilusionante, desgastado. Lo malo es que alrededor ganan las amenazas. La de EE UU con un Trump desatado y su gobierno de megarricos es la mayor. Como escribía Lluís Bassets hace pocos días, el dinero se ha cansado de influir en la política y prefiere tomar el mando directamente. El mundo camina despreocupado hacia unas plutocracias tras las cuales asoman los nuevos imperios digitales.
No ha sido un buen año si han muerto más de 10.000 personas intentando llegar a España huyendo de la pobreza. Espeluzna pensar en todos esos cuerpos en el gran sarcófago azul que nos consuela. No ha sido un buen año si hemos visto el infierno en Gaza y nos hemos habituado a digerirlo.
La gran pregunta que deja este 2024 es la resistencia de la democracia al ataque que le viene de dentro. Ya no se trata de golpes de Estado como en el siglo pasado, sino de partidos que carcomen el sistema, juegan con sus herramientas pero proponen lo contrario de lo que inspira la civilización liberal e ilustrada: quieren más nacionalismo, cierre de fronteras, recorte de derechos y libertades, más poder para el líder y menos regulación económica. Lo peor es que, a pesar de su apariencia rancia, han conseguido ser la oferta más atractiva para los jóvenes, de lo que la presidenta de las Corts se jactaba en estas páginas. Lo peor es que ya no son la excepción. Comienzan a ser la regla. Les damos la libertad para que desprecien el sistema que consagra la libertad y la igualdad. Este año resulta difícil pensar en un futuro venturoso. Adiós, 2024.
- Gana el bote de Pasapalabra y marca un nuevo récord en el programa
- Buscan a una mujer desaparecida en Catarroja
- Manu vence en Pasapalabra y supera al histórico ganador del bote Óscar Díaz
- Conmoción en el Port de Sagunt tras el atropello mortal a un conocido ciclista
- Sorpresa en Pasapalabra: Pospone su participación tras quedarse embarazada
- Sanidad pagará por las secuelas de un paciente tras 30 horas de erección prolongada
- Hacíamos nuestras necesidades en bolsas porque no teníamos agua
- El ayuntamiento expropiará las cuatro 'covetes' de los Santos Juanes que bloquean la rehabilitación