Opinión | Ágora
Vox no tiene quien le escriba
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Sostiene María de los Llanos Massó, lideresa de Vox en la Comunitat Valenciana, que «…no voy a pedir perdón por considerar…que el actual modelo territorial es fuente de desigualdades entre españoles, como tampoco reformarlo…». Lo escribió en su articulo del pasado 18 de diciembre en esta sección de Opinión de Levante-EMV. Dos días antes, el tránsfuga del PPCV a su partido, Javier Montero, afirmaba en el programa televisivo ’El Faro’, que «…el Estado de las Autonomías es un Estado fallido…». No hay nada que objetar a la libertad de opinar que garantiza nuestro sistema de libertades, pero si bien es de todos conocida la posición anticonstitucional de Vox sorprende la falta de decoro de la presidenta de las Corts, o el recital de un «parvenu», respecto al autogobierno del pueblo valenciano. Lo más seguro es que la culpa sea de quien les escribe los artículos y los argumentarios. O que todos ellos estén en la edad de la ignorancia. He ahí la cuestión.
Ignoran que decir eso aquí, en Valencia, no casa con la tradición regionalista de la derecha conservadora local. No hay que remontarse a lo que significo la Derecha Regional Valenciana de Semper, Villalonga o Lucia en los años treinta del siglo pasado. Ni tampoco a la recuperación de esa misma derecha regional por Rincón de Arellano, jefe territorial de FET y de las JONS, en los siguientes años cuarenta. Ni citar a Villalonga o al alcalde Trenor en 1957. Solo recordar la iniciativa autonómica de la derecha conservadora valenciana durante los últimos años del franquismo, concretamente en 1976, con José María Adán García, procurador en las Cortes Españolas y Consejero Nacional del Movimiento. No se puede entender lo que ocurrió aquí durante la Transición sin ello. Hechos que ignora quién les escribe a ambos y les sitúa aquí, en Valencia, fuera del espacio de los conservadores regionales.
Efectivamente, el 12 de agosto de 1976 presentó José María Adán en el Registro de la Cortes Españolas (Boletín nº 1525, pgg. 1525) el Ruego al Presidente de las Cortes, suscrito por todos los Procuradores y Consejeros valencianos, en el que se solicitaba «la autonomía económica, administrativa y cultural de la Región Valenciana» de acuerdo con el art. 45, apartado 2º, de la Ley Orgánica del Estado, que derogó la disposición final de la Constitución de 1978, y de la entonces Ley de Bases de la Administración Local, apartados 6º y 20º. Apelaba a un régimen de autonomía para el territorio de las provincias de Valencia, Alicante y Castellón. Entre las bases de la apelación destacaban la 7ª, la de un régimen fiscal basado en un concierto con el Estado, a semejanza del de Navarra, y la 8ª con el bilingüismo valenciano-castellano y las señas, cultura e identidad propias. El Ruego fue admitido a trámite por la Mesa; el primero regional, y único, formulado en aquellas Cortes franquistas que no entró en su Orden del Día porque antes se disolvieron al convocarse pocos meses después elecciones generales para el 15 de junio de 1977 que se convertirían en Cortes Constituyentes.
Lo relevante del hecho es que, además de Procuradores y Consejeros Nacionales del Movimiento, la apelación por la autonomía regional recogía las aspiraciones de Lo Rat Penat, el Ateneo Mercantil, la Federación de Sociedades Musicales, la Cámara Regional de Comercio, el Instituto Valenciano de Economía vinculado al Banco de Valencia, el Centro de Estudios Políticos y Sociales del Movimiento, las diputaciones de Valencia, Alicante y Castellón, las entonces recién creadas asociaciones políticas Anepa, futura AP, el Frente Nacional Español, Unión Nacional, y Unión del Pueblo Español. Es decir, una amalgama de poder real, sociedad civil, tradicionalista, conservadora y reformista. Vaya, todo el espacio regional de la derecha conservadora. Entre los Procuradores y Consejeros se encontraban, entre otros, el alcalde de Valencia Miguel Ramon Izquierdo, futuro fundador de Unión Regional Valenciana en 1978, Pedro Zaragoza, José Miguel Orti Bordas, o José Antonio Perelló Morales,
El Ruego, que hoy sería una proposición de Ley, se habia presentado cuatro meses antes de la constitución de la antifranquista Taula de Forces Poítiques i Sindicals del País Valencià cuyos postulados, basados en el paradigma de Joan Fuster, serían los que guiarían el principio de la Transición como si se tratara de la única aspiración de autogobierno del pueblo valenciano. El error de la izquierda fue pensar que «en la otra parte» no existía una aspiración de autogobierno regional. Se equivocó, pues sí que existía: la derecha conservadora y reformista tenía todo un modelo elaborado. Aquella tremenda ‘Batalla de Valencia’ de hace cuarenta años y el Estatuto consensuado en las Cortes Generales de 1982 para la Comunitat Valenciana, en el marco del título VIII de la Constitución, solo se puede entender por el choque entre ambos modelos de acceso al autogobierno en aquel momento histórico; al igual que el tratado de paz que significó el «pacto estatutario» de 1981 en Peñíscola entre los dos partidos de la derecha, AP y UCD, y los de la izquierda, PSOE y PCE. Un pacto que ha funcionado durante más de cuarenta años. Y funciona.
Los conservadores valencianos tuvieron muy claro desde la época de la Restauración Canovista la recuperación de las libertades forales perdidas cerca de doscientos años antes con los Decretos de Nueva Planta firmados por Felipe de Anjou, por Felipe Vº. Evidentemente, esa aspiración foralista o regionalista de la derecha no coincidía, en absoluto, con la federalista o autonomista de la izquierda. Pero ninguna de las dos era centralistas. A pesar de la consideración que le merecía aquella burguesía comercial a Joan Fuster, de sucursalista y provinciana, pero que ignoró en Nosaltres els Valencians su opción por el librecambio cosmopolita frente al proteccionismo de los industriales vascos y catalanes.
Fueron históricamente dos aspiraciones que chocaron, que dieron curso a debates e iniciativas contrapuestas, y a duros enfrentamientos políticos, que zanjó el actual Estado de las Autonomías que desacreditan los de Vox, e ignora en Valencia el que les escribe sus artículos y argumentarios. Me malicio que su sometimiento a los dictados de la camarilla de Bambú, la sede de Vox en Madrid, les sitúa frente a lo que significó la Renaixença, la Derecha Regional Valenciana, los Procuradores y Consejeros del Movimiento Nacional, o la Unión Regional Valenciana; opciones de la derecha conservadora regional, sus antecesores en Valencia que no en Madrid. Se lo tendrían que hacer mirar o cambiar la escribanía si no quieren verse arrastrados por el neocentralismo madrileño, el que siempre nos perjudicó y nos sigue perjudicando.
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