Opinión | Voces

El tornado posible del fascismo

Poco a poco, sin apenas ser muy conscientes, las páginas de la Historia se han plegado sobre sí mismas. Después de décadas de ascendencia en las que dábamos por aseguradas conquistas sociales y democráticas, en las que habitábamos la esperanza y mirábamos al pasado con el pesar y el desprecio de los errores fatales, el pliego del presente se acerca peligrosamente a los años del brazo en alto y la cara al sol. No es un calco, más bien un reflejo. Pero resulta imposible no escuchar el eco de aquellas proclamas ni respirar los gases tóxicos de la ira.  

El rechazo a la inmigración se nos comerá. Como se zampó a los alemanes del Tercer Reich. Y no solo porque tantos murieran en los campos de batalla, bajo las bombas o en la desolación de la posguerra. Anteriormente, hubo una ruina moral, una claudicación del humanismo y la compasión. Millones de personas acallaron la conciencia y sumaron su voz a un yo colectivo aupado sobre la humillación y el desprecio al otro. Se creían fuertes, pero solo eran seres domesticados, indiferentes al sufrimiento ajeno. Alienados, conformaron un tornado que acabaría succionándolos.  

También ellos creyeron que los judíos -y gitanos, homosexuales, discapacitados y todos aquellos que incumplían el ideal nazi de pureza- eran parte sobrante, irritante, avariciosa y corrompida. Por eso justificaron la mutilación. También entonces predominaba la escenografía de la violencia y el matonismo. También culparon a inocentes de la desigualdad y no a los que perpetuaban la explotación. 

Hace tan solo cinco años, nos hubiera parecido imposible que la UE considerara los campos de deportación de migrantes, que un estadio de futbol italiano se rindiera al saludo fascista, que un partido neonazi fuera segundo en intención de voto en Alemania (apoyado por Elon Musk) y que la extrema derecha en España se impusiera en buena parte de los jóvenes. La falta de expectativas actúa como caldo de cultivo. Solo con medidas extraordinarias habrá una oportunidad de frenar el tornado. Lo imposible ya es posible.

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