Opinión
La visión de la jugada
La diferencia de épocas se explica con la diferencia entre aquella fiesta de 2006, con la pompa de querer comerse el mundo, y el acto privado del pasado viernes

Los operarios retomaron las obras del Nou Mestalla en una jornada que pone fin a una espera de 16 años, desde que se paralizase el proyecto el 25 de febrero de 2009. / F. Calabuig
Decía en estas mismas páginas Enrique Ballester, a colación del caso Dani Olmo, que en el fútbol hay que hacer las cosas muy mal, de forma obstinada y durante mucho tiempo para que, al final, el mismo fútbol te acabe castigando. Experto como nadie en traumas futboleros, Enrique también estaba describiendo sin quererlo la decadencia del Valencia. Una caída que, en este minuto del descuento, parece colosal y ruidosa, frente al desfiladero del descenso, pero que en realidad es la consecuencia última de un desmoronamiento lento, que ha necesitado de errores sistemáticos. Porque arrancar al Valencia de sus raíces y hacerlo caer no es un ejercicio para nada fácil. Se ha acelerado la velocidad con Peter Lim en la última década, sin duda, pero la agitación en torno al club viene de atrás y tiene un punto de origen en el momento de mayor felicidad colectiva: el doblete. Cuando cambiamos para siempre. Cuando fuimos incapaces de digerir la gloria, con el proyecto del Nou Mestalla como potente imagen metafórica de esa equivocación. Los quince años de parálisis, el aterrizaje de Meriton, la progresiva desaparición del club de una Europa en la que se paseaba con garbo, tienen como punto en común el bloqueo de mantener dos estadios.
Sobra un estadio, es evidente, y después de tres lustros de incapacidad para rematar la obra de otro tiempo, se hubiera agradecido un debate a nivel de club y ciudad para repensar si los estadios de 2004 se parecen a los que se proyectan en 2024.
La autenticidad del viejo Mestalla
En mayo del año pasado, Marca publicaba un detallado reportaje de cómo se están diseñando los estadios del futuro. “Calderas que respiren fútbol”, era el titular de la pieza firmada por su director adjunto Emilio Contreras, en la que se resaltaba la importancia del conocimiento del club y la ciudad, la preferencia urbana en la ubicación, la prioridad futbolística en la proximidad de la grada al terreno de juego ¿Les suena la descripción? La experiencia del aficionado vuelve en los estudios de arquitectura a la pasión futbolística, una vez superados los cánones que apostaban en los 90 y los 2000 por espacios abiertos y disfrutar del espectáculo desde el confort máximo del cliente. Hasta aspectos que parecían desclasificados, como espacios no cubiertos al 100%, terreno de juego embarrado y las gradas de pie, vuelven a estar en debate y dibujarán los recintos a medio plazo que quiere volver a la esencia singular de un tiempo atrás. En pocas palabras, los estadios del futuro buscan la autenticidad que ya vivimos en Mestalla, que se reforzarían con una remodelación digna y que colocarían al Club de Fútbol en el centro de las decisiones.

Layhoon visita las obras del Nou Mestalla / Francisco Calabuig
La lectura de la jugada es clave en el fútbol y en la vida. La decisión de levantar Mestalla en 1923 ya marcaba una visión acertada, la del crecimiento futuro de la ciudad más allá del río. Del mismo modo, la construcción del Nou Mestalla, rechazadas opciones como la titularidad compartida de Jaume Ortí o el retorno a Algirós de Juan Bautista Soler padre, respondían al anhelo de un momento preciso, de ambición de un Valencia invencible que generaba riqueza y prestigio con títulos, y de las élites y patricios de la época. La diferencia de épocas se explica con la diferencia entre aquella fiesta de 2006, con la pompa de querer comerse el mundo, y el acto privado del pasado viernes, posiblemente porque el proyecto no responda a ningún clamor social. Y en esa batalla del relato, agradeceríamos un impulso decidido que nos convenciese de que la conexión histórica de Mestalla se conservará en el nuevo emplazamiento. Aunque sea empezando por recordar que cerca de Mestalla nació Eduardo Cubells y que en las huertas de Benicalap lo hizo su partenaire Arturo Montes.
La lectura de la jugada, con 13 puntos en la primera vuelta, unas vías de ingresos debilitadas y con la mayor incomparecencia conocida en Europa, invita al recogimiento y contragolpe, minimizando riesgos y errores con esmero tuzonista, que a navegar en mar abierto en aventuras inciertas hacia un puerto, el Nou Mestalla, que ya no se parece a aquella promesa dorada.
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