Opinión | tribuna
Trumpismo a la valenciana
La política se ha convertido en una fuente de farsas que nos vemos obligados a deconstruir continuamente.
Debe ser por la influencia del trumpismo, pero la política se está convirtiendo en el arte del engaño, la trampa y el enredo. En lugar de ser una contraposición de modelos donde el arte resida en su necesario debate dialéctico, se ha convertido en una fuente de farsas que nos vemos obligados a deconstruir continuamente.
Esto ocurre cuando hablamos de okupaciones ilegales, aunque el verdadero problema sea que el acceso a la vivienda es imposible para las familias trabajadoras; cuando tenemos que rebatir que la violencia machista existe, a pesar de que solo en 2024 hayan sido asesinadas 59 mujeres; o cuando aún debemos demostrar que el cambio climático es una realidad palpable, con consecuencias como las catástrofes naturales, como la dana que sufrimos el 29 de octubre.
Pues algo muy parecido ha pasado esta semana a cuenta de los fondos europeos que va a recibir España para atender la emergencia de la dana, a raíz de la intrascendente visita que ha realizado la alcaldesa de València a Bruselas. Intrascendente porque nada nuevo ha conseguido para su ciudad.
Y eso que tenía una buena agenda programada, con encuentros con importantes comisarios, ya que es innegable el interés que toda Europa tiene en ayudar frente a la catástrofe. Pero si no hay ideas o propuestas que ofrecer, aunque la predisposición de la Comisión sea la mejor posible, una se vuelve a su casa con las manos vacías. Porque aquí se viene con los deberes hechos. No basta con narrar la tragedia, sino que lo que se espera de una ciudad como la nuestra son ideas y planes para superarla.
València podría haber aprovechado la enorme visibilidad internacional que nos daba ser la Capital Verde Europea para ejercer un liderazgo europeo en políticas resilientes frente a las consecuencias del cambio climático, convirtiéndose en una referencia que inspire al resto de urbes. Lo teníamos todo para marcar el paso, pero necesitamos políticos que sepan hacia dónde darlo. Y en eso hemos fallado.
Una oportunidad perdida para prepararnos para lo que viene, que lamentaremos más pronto que tarde. La falta de visión, iniciativa y liderazgo solo acarrea la nada. Pero una alcaldesa no puede volver con las manos vacías. Así que, para llenar el vacío, ha optado por practicar el arte del enredo.
Aquí han sorprendido mucho sus declaraciones sobre que España no ha solicitado ayuda a la UE cuando, como cualquier persona sabe (y el propio vicepresidente Gan Pampols se encargó de explicarle), la solicitud formal de ayuda se materializa una vez se ha recabado toda la información detallada de los costes ocasionados, dentro del plazo fijado.
Para que el lector comprenda mejor por qué hablo de enredo, basta con imaginar que una alumna advirtiera al profesor que sus compañeros no han presentado el trabajo antes del plazo que el propio profesor fijó y pidiera que fueran suspendidos por ello. Y todo esto, aunque el profesor no fuera a corregirlo ni emitir su nota hasta que no pasara el plazo estipulado. Porque conviene recordar que aún pasarán meses hasta que la Comisión resuelva la ayuda que le corresponde a España.
Este es un ejemplo muy sencillo y claro, pero que se ajusta a la perfección a lo que ha ocurrido. La polémica es tan absurda que muchas personas que me han preguntado por el tema me mostraban su incredulidad sobre que el ruido se centre en un plazo no vencido.
Nadie duda de que, si la presidencia del Gobierno descansara en el PP, esta polémica no existiría. Tanto es así que, cuando la propia Catalá fue consellera de Empleo, dejó perder millones de euros del plan europeo para atender el paro juvenil en su máximo histórico en la Comunitat Valenciana, y no se vivió un debate público como este, pese a que en ese momento sí se perdieron fondos europeos.
Ni siquiera hace falta remontarse tanto en el tiempo: el ayuntamiento que ella dirige ha renunciado a proyectos europeos con financiación ya otorgada para la mejora urbana en Tendetes o Virgen de los Desamparados porque el gobierno local ha considerado que eran demasiado complejos de gestionar. Pero parece que el PP, y en especial algunas de sus figuras, pueden permitirse predicar sin el ejemplo.
Hoy ya sabemos que el Gobierno ha presentado en tiempo y forma la solicitud de ayuda al Fondo de Solidaridad: más de 4.400 millones de euros, que es lo que el Estado ya ha gastado en atender la emergencia de la dana. Aproximadamente mil veces más de lo que España va a destinar a la ayuda humanitaria en Gaza para evitar que los niños y niñas que hablan árabe mueran de frío o hambre. Porque, hasta con algo que es pura humanidad, el PP se ha dedicado esta semana a enredar. Como si unas ayudas compitieran con otras.
¿Será para tapar que, el otro día, el propio Feijóo noqueó a Mazón? ¿Será para ocultar los abucheos que recibe Mazón cada vez que aparece en público? ¿O será para disimular la demostrada incompetencia del PP valenciano en la gestión de la dana?
Y es que, como dijo Albert Einstein: «Los enredos son el refugio de quienes no saben resolver lo simple».
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