Opinión | Tres meses de la dana

El río sigue su cauce

La dana se llevó el trabajo de los últimos setenta años en Gestalgar pero, a la mañana siguiente, nos unió como nunca antes nada nos había unido.

Reflexiones tras la dana

Reflexiones tras la dana

Todos recordamos dónde estábamos y qué hacíamos el 29 de octubre del 2024. Lo que nunca sabremos es qué habría pasado, o mejor dicho, qué no habría pasado si el ser humano hubiera respetado los cauces y nos hubiéramos tomado en serio los miles de avisos sobre el cambio climático que los expertos llevan décadas enviándonos.

Pero estamos donde estamos y pasó lo que todos vimos. En Gestalgar, el Turia reclamó su cauce, nos recordó lo que era suyo. Vimos llover mucho, nunca pensamos que pudiera llover tanto. Vigilábamos el Turia mientras peleábamos con el agua que bajaba del monte anegando nuestras calles e inundando las casas del vecindario. El agua primero nos dejó sin agua, luego sin teléfono, nos cortó los accesos al municipio y después se fue la luz. Fue una larga tarde de trabajo y vigilancia. Alguien dijo: “peor que en el 57”. En 1957 otra riada dejó un recuerdo imborrable en nuestra memoria.

Nos habían avisado que venían lluvias fuertes. Nosotros estábamos peleando con el agua desde las nueve de la mañana y, ya por la tarde, nos quedamos sin noticias del resto del mundo, aislados, incomunicados, vigilando el cauce de un río que cada vez se hacía más y más grande, más fuerte y ruidoso.

Afortunadamente aquí ni se perdieron vidas ni tuvimos personas desaparecidas. El río que nos da la vida al pueblo se llevó las infraestructuras deportivas, las turísticas y agrícolas en una noche. El agua que bajaba por los montes nos dejó sin sendas, sin caminos y sin campos, borró de un plumazo el paisaje de nuestros recuerdos. La DANA se llevó el trabajo de los últimos setenta años pero, a la mañana siguiente, nos unió como nunca antes nada nos había unido. Un objetivo común: recuperar Gestalgar.

Ahora, tres meses después y con más perspectiva, me doy cuenta de que fuimos unos afortunados, que perdimos mucho esa noche, pero no tuvimos víctimas. Lo que perdimos solo vale dinero. Ahora tenemos mucho trabajo y la posibilidad de seguir y resurgir sin tener que llorar ninguna ausencia.

Gestalgar está en el momento de arrancar la reconstrucción de las infraestructuras perdidas, de darles una vuelta y trasladar su construcción adonde el río no llegue, mejorando en la medida de nuestras posibilidades la calidad de las instalaciones deportivas. Otras infraestructuras como las sendas, los caminos, las zonas de baño y disfrute del Turia se quedarán donde siempre estuvieron. Somos conscientes de que algún día -esperemos que nunca o muy lejano- el río las inundará, pero eso son las reglas del juego que tenemos en Gestalgar con nuestro río: lo disfrutamos, lo respetamos, pero es imposible domarlo.

Llega el momento de trabajar en recuperar nuestro motor económico, nuestros campos, caminos y huertas, nuestro atractivo cultural, natural y turístico, de volver poco a poco a ser el pueblo encantador a orillas del Turia que queremos para nosotros y para nuestros visitantes.

Tracking Pixel Contents