Opinión | Tres meses de la dana
El lado humano de la dana
Las personas no somos sólo cifras, ni porcentajes, ni, tampoco, datos matemáticos que sirven para tomar decisiones. Somos mucho más.

Reflexiones tras la dana.
Han pasado ya tres meses desde aquella aciaga tarde de finales de octubre en la que la vida volvió a cambiar por completo para miles de personas, decenas de municipios de la Comunitat Valenciana, numerosísimas empresas e industrias de nuestro territorio y, sobre todo, volvió a cambiar los esquemas bajo los que nos habíamos regido hasta ese momento. Han sido muchas jornadas en vigilia, con preocupaciones, con el desasosiego de una situación inédita, con el devenir de una dana de las habituales que tiene lugar en la Comunitat por esas fechas, pero con mayor virulencia e intensidad que se llevaba anunciando desde jornadas antes de suceder y, especialmente, ha sido el momento de volver a poner en práctica la capacidad de resiliencia que tenemos las personas en situaciones tan excepcionales. Si algo tengo cada vez más claro es la importancia del factor humano sobre cualquier otro aspecto en nuestra sociedad, en nuestro día a día y en nuestra cotidianeidad. Por encima, por supuesto, de los recursos económicos, de las materias primas y de las estadísticas. Las personas no somos sólo cifras, ni porcentajes, ni, tampoco, datos matemáticos que sirven para tomar decisiones. Somos mucho más. Somos el factor más importante sobre el que gravita la vida, en un momento en el que la inteligencia artificial, las máquinas y la tecnología han adquirido un peso descomunal en la construcción de la sociedad que se cierne sobre el horizonte más próximo.
La dana ha puesto en valor virtudes como la solidaridad, la empatía o la fraternidad, en ocasiones, en desuso y, en otras, ladeadas del camino central de la vida. La ayuda humanitaria habitual en catástrofes de este tipo adquiere mayor razón de ser para unirla a las herramientas y a los medios que sirven para la tan necesaria reconstrucción que estamos llevando a cabo. Entre todos. Sin excepciones. No sobra nadie. Todos somos necesarios e imprescindibles, por encima de las ideas, de las ideologías y de las luchas partidistas. No sería posible entenderla, pues, de otra forma. La gente joven ha demostrado que está más preparada de lo que se ha querido hacer entender y tiene mayor empuje, ganas y convicción por ayudar a los demás de lo que se pensaba. Por supuesto, no son la generación “nini”. Son la generación de la solidaridad y la empatía y, por ello, han sabido estar a la altura de las circunstancias.
Pero si de algo quiero subrayar de estos tres meses en Riba-roja de Túria han sido las incesantes reuniones, encuentros y entrevistas con empresarios, con emprendedores y con los vecinos de las áreas residenciales afectadas. Más de 1.400 empresas dañadas en los polígonos industriales junto a la Reva, la pedanía de l’Oliveral, Els Pous, València la Vella y camí de les Ànimes, sin olvidar las viviendas que desalojamos en Masía de Traver. Escuchar, atender y ayudar en todo ha sido nuestra hoja de ruta. Poner en marcha las soluciones necesarias para la reconstrucción es el objetivo que tenemos en el inicio de cada jornada. Y así continuaremos hasta el último momento, hasta que no haya ya ninguna petición o reivindicación que atender. Como no podía ser de otra forma.
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