Opinión

No saldremos mejor

Recuperacion de caminos en Torrent.

Recuperacion de caminos en Torrent. / E.P.

Por circunstancias de la vida (resido en uno de los municipios afectados por la dana), he recalado en un grupo de esos de WhatsApp integrado por más de un centenar de vecinos y vecinas en el que a diario muestran su enfado por lo consideran una nefasta gestión de la tragedia por las inundaciones del 29 de octubre. El grupo en cuestión nació hace tiempo con objetivo de vigilar la supuesta llegada de okupas a la población (el origen ya puede dar una idea del sesgo ideológico de sus integrantes), aunque con la dana ha derivado en un lugar para compartir información de utilidad pública para las personas damnificadas. En teoría. Como suele ocurrir en todos los grupos de WhatsApp, una vez creados, tarde o temprano acaban derivando en otra cosa y, en este caso, en un lugar para abocar a diario el descontento y el desprecio hacia la clase política. 

Como fui incorporada de forma tardía desconozco si en un principio, tras la catástrofe inicial, el principal destinatario de las críticas fue el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón y su larga sobremesa en el Ventorro mientras familias enteras perdían bienes e incluso vidas, pero en este tiempo es el ayuntamiento, seguido del Consorcio de Compensación de Seguros, o sea, el Gobierno central, las administraciones más críticas. 

Más que críticas, los mensajes constituyen una catarata constante de quejas, acusaciones y recriminaciones de todo tipo, algunas fundadas, pero otras muchas, consecuencia del total desconocimiento sobre cómo funcionan las administraciones y, sobre todo, sobre su nivel competencial. 

En realidad, estos grupos son terreno abonado al bulo y a las fake news. Verdades a medias y mentiras completas campan a su aires en un torrente continuo de reproches de los que, en realidad, nadie se salva. Hasta la parroquia del pueblo, dispuesta a repartir entre las personas damnificadas una donación, fue quemada en esta hoguera pública fruto de la impaciencia de una ciudadanía desesperada por los estragos de la barrancada. 

Como no conozco a la mayoría de las personas que interactúan en este grupo (en realidad, la voz cantante se la reparte entre cinco o seis personas), sería del todo aventurado concluir que lo que allí se cuece es un termómetro ajustado de cómo está el vecindario de ese pueblo o en general, de las poblaciones afectadas por la dana. Para más precisos en términos de demoscopia, habría que trazar un perfil más fino: edad, sexo, estatus socioeconómico, etc. Ahora bien, si me atrevería a decir que esta corriente de desafección hacia la clase política con un punto antisistema está creciendo como la espuma y que, desde luego, no tiene pinta de beneficiar en las próximas elecciones ni a los grandes partidos PP, PSOE, ni a otros, como Compromís, cuya estrategia en algunos de estos municipios también carece de luces largas. 

Todo apunta a que del distanciamiento con la política en general se beneficiará, ya se está viendo en las encuestas, Vox, ese actor silente en la dana, que ha optado por sentarse a esperar a cómo, entre unos y otros se sacan los ojos, mientras la población va cociéndose en el lodazal en el que se ha convertido la política, pero también en la toxicidad de las redes sociales, prestas a amplificar cualquier teoría conspiratoria y encumbrar a cualquier personajillo de turno que, de golpe y porrazo, se convierte en ingeniero y sabe más de presas e inundaciones que cualquier eminencia de la Geografía. Hasta hay quienes sostienen que las lluvias del 29 de octubre fueron provocadas, a saber por quién y para qué. 

Estos vecinos y vecinas que tanto desconfían de las administraciones, indignados porque las ayudas no llegan o llegan tarde, son a la vez causa y consecuencia de este caldo de cultivo hacia la polarización. El problema y la paradoja es hacia dónde nos lleva la desafección porque cuánto más se alimenta al monstruo y más se crece la ultraderecha, más se jibarizará el Estado, las administraciones que lo constituyen y los servicios públicos. Es del todo conocido que esta extrema derecha amiga de Trump ni cree en el sistema de ayudas públicas ni se caracteriza por ser solidaria con las personas vulnerables, un colectivo al que pertenecen las víctimas de catástrofes naturales como es el caso de la dana. 

Nada apunta a que de esta tragedia vayamos a salir mejor, ya firmaría con que ante una nueva emergencia (esperemos que nunca llegue) no nos veamos inmersos en una película distópica tipo Hollywood con bomberos solo aptos para bolsillos pudientes.

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