Opinión

‘Salvem’ González Pons

Posiblemente el futuro de Europa (y de la democracia liberal) se juega en la supervivencia de un pensamiento conservador moderado y liberal, alejado de autoritarismos mesiánicos.

Esteban González Pons, en Madrid en una imagen reciente.

Esteban González Pons, en Madrid en una imagen reciente. / Eduardo Parra / Europa Press

No debería estar escribiendo. Por varias razones no debería, pero hay ocasiones en que conviene meter los remilgos en el cajón de las desdichas y tomar la voz. 

No debería estar escribiendo, entre otras razones, porque el origen de estas líneas es el artículo que periódicamente publica Esteban González Pons en el diario de enfrente, la competencia histórica, pero aparto prejuicios porque no es tiempo de esconderse ante los linchamientos modernos en plazas digitales.

Aclaro. No comparto el gusto del eurodiputado valenciano por las florituras verbales y su irrefenable tendencia a ganar el premio fallero de ingenio y gracia en cada declaración, pero el exconseller representa un perfil de político de la derecha amenazado en esta hora oscura. Cuando la mayoría de ese perfil prefiere refugiarse y verlas pasar (lo más natural y menos necesario), él ha preferido volver a sacar los pies del tiesto.

En estos tiempos en que el poder de atracción de la extrema derecha arrastra a la derecha bien entendida hacia esos lodos, es más justo y necesario que nunca reconocer y defender al que se aleja públicamente de los hipermusculados de la política y reivindica un pensamiento conservador moderado y liberal, alejado de autoritarismos mesiánicos. Posiblemente el futuro de Europa (y de la democracia liberal) se juega en la supervivencia de esa derecha clásica, en retroceso en casi todo el continente, ‘sorpassada’ en Francia, Italia o Gran Bretaña y casi en Alemania.

No me parece casual que sea un eurodiputado el que ha alzado la letra en público contra Trump y en apoyo de la obispa de Washington que le recordó los principios del humanismo. Posiblemente en Bruselas ve de cerca la amenaza. Ojalá hubiera más. Como ella (también en el catolicismo) y como el político.

No me parece casual tampoco la reacción contra él emanada de los nidos de la opinión pública madrileña. Quizá el trumpismo está más cerca de lo que creemos.

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