Opinión | al contraataque

Abierta la puerta al jaqueo del cerebro

En septiembre se logró grabar el sueño de una persona, y en paralelo a estos avances, se ha alcanzado algo que parecía inabordable: implantar microchips en el cerebro

Cuando escribí en 2020 ‘Memorias en la Nube’, una distopía sobre los avances en neurociencia y en inteligencia artificial (IA), no imaginé que aparecería en un momento tan oportuno, como demuestra el hecho de que la segunda edición ha llegado al mes de su publicación. Tras la irrupción del chat GPT en 2022 se intuye la revolución que la IA provocará en nuestra sociedad y no queda otra que adaptarse a ella. No hay que demonizarla, pero sí adelantarse a sus malos usos para impedirlos.

Escribí la novela al conocer que un grupo de investigación trabajaba en sacar imágenes del cerebro. Como catedrático en IA no dudé de que lo conseguiría, imaginé dónde nos podría llevar ese avance y me puse a escribir. A día de hoy, varios grupos han extraído imágenes y canciones del cerebro con diversas técnicas. Es más, en septiembre se logró grabar el sueño de una persona.

En paralelo a estos avances, en los últimos dos años se ha alcanzado algo que parecía inabordable: implantar microchips en el cerebro. Se ha logrado en varios países, por medio de distintas técnicas, con el objetivo de paliar las graves consecuencias de enfermedades en grado severo como epilepsia, párkinson y TOC (trastorno obsesivo-compulsivo). La IA se utiliza para reconocer cuándo se producirán las crisis y modular el lanzamiento de microcorrientes en el cerebro para inhibirlas. Tras superar este objetivo se ha conseguido controlar dispositivos con el pensamiento. Es indudable la mejora en calidad de vida que estos avances supondrán para personas invidentes o con movilidad extremadamente reducida. Quizá por ello hay una gran batalla empresarial por liderar este enorme mercado emergente. Dos compañías, Sinchron y Neuralink, están haciendo cuantiosas inversiones (las de Neuralink, propiedad del controvertido Elon Musk, alcanzan los cinco mil millones de dólares).

Musk desveló en una entrevista el fin último que perseguía: grabar los pensamientos. Este deseo podría parecer ciencia ficción hace solo un par de años, pero hoy en día tiene verosimilitud. Tras haber conseguido extraer información del cerebro e implantar chips en él, se ha abierto la puerta al jaqueo de la mente.

No es algo que se conseguirá de inmediato, pero no dudo que se logrará. Tienen que evolucionar las técnicas y se necesitarán ordenadores más potentes. En mi novela se utiliza un ordenador cuántico, que está más cerca de conseguirse tras el logro de Google (publicado en la revista Nature el pasado diciembre) con su chip cuántico Willow que resuelve en 5 minutos lo que un superordenador tardaría más que la edad del universo.

El inmenso poder de las gigantescas empresas tecnológicas (que ya sabemos cómo se las gastan gracias a las mil millonarias multas impuestas por no respetar la legalidad) y la facilidad con la que les cedemos nuestros datos, incluidos fotos, vídeos, audios... me hace preguntarme: ¿Qué harán si pueden acceder a nuestros recuerdos? ¿Lo podrán hacer sin consentimiento? ¿Cómo podemos prepararnos para el futuro que se avecina? ¿En qué pueden acabar las buenas intenciones que alientan estos desarrollos?

En ‘Memorias en la Nube’, la épica lucha de cuatro jóvenes contra la compañía tecnológica más poderosa del mundo, una versión de la de David contra Goliat en el siglo XXI, se da respuesta a estas y otras preguntas.

Tracking Pixel Contents