Opinión | Bolos
La sustancia del populismo

Una escena de 'La sustancia'. / L-EMV
No hace falta irse a Washington para reconocer a gobernantes inmaduros y narcisistas, como ha recordado Richard Gere. Mire al ayuntamiento de su ciudad y encontrará unos cuantos, empezando por el alcalde o alcaldesa. Viene de lejos, como explica muy bien Julio López Iñíguez en Populismo municipal y nacionalcatolicismo en la Valencia del general Primo de Rivera, el marqués de Sotelo (1923-1930), un trabajo publicado hace años en la revista de Historia Contemporánea de la UNED. Explica muy bien como el régimen de Primo de Rivera se consolidó en València desde el poder municipal, con publicidad y populismo cimentado en la construcción de obras públicas. Años después el peronismo argentino dejó claro que se multiplicó gracias a los líderes de las municipalidades y con las redes populares a ras de suelo. Precedentes del siglo pasado que se han actualizado con las herramientas digitales. El canal de difusión de WhatsApp de mi ayuntamiento tiene casi más seguidores que viviendas, pero sobre todo, con el clientelismo a través de la contratación de asesores a cargo del erario municipal, con el único objetivo de asegurarse el control absoluto del poder local. Un caciquismo real como retrata a la perfección ‘Soy Nevenka’, el conocido caso del acoso sexual y laboral del alcalde de Ponferrada a su concejal de Hacienda. Donde se evidencia los miedos a decir la verdad para mantener el empleo municipal.
Otro análisis sobre el momento se recoge muy bien en ‘La sustancia’, la sobrecogedora película de la francesa Coralie Fargeat, que con la actuación soberbia de Demi Moore, crea un cuento terrorífico que actualiza el mito de la eterna juventud. Una realidad donde los tecnoligarcas próximos a Trump están invirtiendo muchos millones de dólares, con fuertes adquisiciones en la industria farmacéutica y la atracción de los mejores investigadores de biomedicina.
Aunque haya mucha diferencia de cifras entre la fortuna de los ediles y los magnates, les une la línea continua del narcisismo, o sea un sentido exagerado de egocentrismo, que en el caso de algunos alcaldes de la dana, está retrasando la necesaria reconstrucción de la zona cero.
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