Opinión | Ágora

El Plan Quinquenal de Pedro Sánchez

El reciente congreso del PSPV celebrado en Valencia fue el escenario elegido por Pedro Sánchez para presentar su Plan 2025-2030, un ambicioso proyecto con el que promete transformar la economía y la sociedad españolas en cinco años. En su intervención fijó su estrategia, cual es presentarse de nuevo a las elecciones de 2027, ganarlas, y alcanzar al final de la década cuatro objetivos: el pleno empleo, el 6% del parque inmobiliario como vivienda protegida, el 81% de la energía como renovable, y la reindustrialización de España con el 20% del PIB. Y definió un instrumento a construir en los próximos dos años para lograrlos: el PSOE como «partido ganador» en 2027.

Sus intenciones políticas pueden deducirse de su intervención en el plenario del Congreso. De inmediato y para perpetuarse en La Moncloa, reconvertir el PSOE en un disciplinado y centralizado instrumento electoral a sus órdenes. Con ese apoyo, y sin oposición interna, revalidar su candidatura en 2027 a la presidencia del Gobierno, derrotar a la «coalición negacionista» y, de ser necesario, repetir su actual «coalición de progreso» en el Congreso de los Diputados. Nuevo es su concepto de «coalición negacionista» con el que pretende definir a sus enemigos: Feijóo y Abascal, cuando Abascal es su gran aliado político. Concepto que hará furor en los argumentarios socialistas.

Nadie pone en duda que él y Abascal lo saben. El líder del PP, Núñez Feijóo, no tiene nada de «negacionista de la ciencia» cuando ambos, Sánchez y Abascal, se retroalimentan electoralmente. ¿O es que a estas alturas no es sabido que Vox vive del desgaste del PP inducido por las malas artes del PSOE? Pero regresando a su intervención ante el plenario, Sánchez afianzaba su argumento con que no habrá un brillante 2030 sin la victoria del PSOE en 2027. Para ello recalcó la necesidad de ocupar los gobiernos autonómicos y locales actualmente sostenidos por la «peligrosísima coalición negacionista». Con ello justificaba su «ronda por los congresos» de sus federaciones regionales colocando de secretarios regionales a sus ministros.

De lo sabido en su exposición, surgen preguntas sin respuesta que cuestionan la viabilidad y el contenido real de ese Plan Quinquenal. En primer lugar, uno de los puntos es la falta de concreción en las medidas propuestas. Si bien Sánchez se ha comprometido a abordar cuestiones cruciales como la sostenibilidad, la digitalización y la cohesión social, cabe preguntarse si estas intenciones se traducirán en acciones efectivas. Los ciudadanos están cansados de sus discursos que no se materializan en resultados tangibles. La experiencia pasada ha demostrado que muchos planes similares han quedado en promesas vacías, y el temor a que éste no sea diferente es palpable. Un ejemplo, las miles de viviendas prometidas sin construir.

Además, el Plan 2025-2030 no parece tener en cuenta los desafíos económicos actuales que enfrenta España. La inflación, el aumento del coste de la vida, de la vivienda, y las tensiones geopolíticas, como ahora la amenaza de guerras comerciales desencadenada por la administración Trump en los USA. Elementos que han generado un clima de incertidumbre que requiere respuestas inmediatas y concretas que Pedro Sánchez no ha dado. En lugar de abordar estos problemas urgentes con soluciones prácticas, el plan presentado se percibe como un ejercicio teórico desconectado de la realidad cotidiana de los ciudadanos. ¿Cómo se espera que los españoles confíen en un futuro brillante cuando su presente es tan incierto y sin respuestas tangibles?

Otro aspecto crítico es la financiación del plan. Aunque Sánchez mencionó inversiones significativas en su intervención, no quedó claro de dónde provendrán los recursos necesarios para llevarlo a cabo. La historia reciente está llena de promesas de inversión que nunca llegaron a concretarse, lo que genera dudas sobre la capacidad de Sánchez para cumplir sus propias expectativas. Sin un plan financiero sólido y transparente, el riesgo de que ese Plan Quinquenal 2025-2027 se convierta en otro espejismo es alto. Ejemplos, la reforma del modelo de financiación autonómico de la LOFCA, sin la cual los valencianos nos enfrentamos al colapso financiero de la Generalitat.

La sostenibilidad ambiental es otro pilar fundamental del Plan. Si bien es innegable que España debe avanzar hacia una economía más verde, las propuestas deben ser realistas y alcanzables. Las políticas medioambientales deben equilibrarse con las necesidades económicas y sociales, especialmente en un momento en que muchas familias luchan por llegar a fin de mes con la factura de la luz. La transición ecológica no puede ser a costa del bienestar social; sin embargo, el discurso del gobierno a menudo parece olvidar esta crucial intersección, cuando en Europa se apuesta por la energía nuclear como energía verde y, aquí, se quiere cerrar Cofrentes que abastece mayoritariamente a la Comunitat de energía eléctrica.

Por último, la falta de diálogo con otros partidos políticos y sectores sociales también plantea interrogantes sobre la inclusividad del Plan 2025-2030. Un proyecto de tal magnitud debería ser fruto de un consenso amplio que incluya diversas perspectivas y experiencias. Sin embargo, parece que el enfoque adoptado por Sánchez es más bien unilateral, lo cual podría llevar a una mayor polarización política y social de la que actualmente se está viviendo como uno de los factores del deterioro de la convivencia ciudadana.

¿La implementación del Plan Quinquenal 2025-2030 presentado por Pedro Sánchez es real cuando está llena de obstáculos? La falta de concreción, el contexto económico incierto, las dudas sobre financiación, la necesidad de un equilibrio entre sostenibilidad y bienestar social y la exclusión del diálogo plural, son aspectos críticos que hacen dudar de ella. Los ciudadanos merecen más que promesas; necesitan acciones claras y efectivas que mejoren su calidad de vida hoy y aseguren un futuro sostenible para todos. Sin estos elementos clave en su lugar, me malicio que este Plan podría convertirse rápidamente en otro ejemplo más de su retórica política sin sustancia a la que nos tiene acostumbrados…o convertirse en un texto para una contienda electoral próxima, o en j2027, destinado a ser guardado en un cajón.

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