Opinión

Ateneo Libertario Al Margen de València

Olvidados

El Tribunal de Justicia de la UE reconoce que el Sáhara Occidental es una entidad separada de Marruecos 

La postura oficial del Gobierno debería ser «el Sáhara Occidental es para los saharauis»

Una imagen de la caravana solidaria a los campamentos saharauis de Tindouf.

Una imagen de la caravana solidaria a los campamentos saharauis de Tindouf. / L-EMV

Este mes de febrero, en una caravana de vehículos con ayuda humanitaria, viajó a los campamentos saharauis de Tindouf, donde malviven cerca de 200.000 personas, víctimas de la ocupación marroquí de la antigua colonia española del Sáhara Occidental. Caravana cuyo objetivo, aparte de la ayuda material y el apoyo moral, consiste en visibilizar el conflicto saharaui.

Imagino que con la que está cayendo (Ucrania, Gaza, Siria, Congo, la presidencia de Trump,…), es grande la tentación de calificar el conflicto en el Sáhara Occidental y la situación del pueblo saharaui, como un problema menor y que ahora no viene a cuento. Pero algunas personas, nos empeñamos en poner sobre la mesa ese conflicto, deliberadamente olvidado, conscientes como somos que detrás de ese olvido, lo que hay son miles de personas que no deberían estar viviendo tan dramática situación durante tantos años. 

Olvidados por los medios de comunicación, que tras cincuenta años de ninguneo, no sólo no encuentran nada nuevo que contar sobre el conflicto, sino que callan a pesar de saber que sus colegas saharauis, periodistas de Equip Media, son reprimidos, hostigados y encarcelados por Marruecos al intentar contar lo que está pasando en el Sáhara ocupado. Callan también cuando las autoridades marroquíes, expulsan del Sáhara Occidental ocupado, a algún ingenuo periodista o activista español que intenta entrar para visualizar la situación de los saharauis bajo la autoridad marroquí. 

Olvidados por el gobierno español, claramente incómodo, puesto que si la postura «oficial» respecto a Gaza es que «Gaza es de los gazatíes», que «los gazatíes han de vivir en Gaza», que «hay que acatar el derecho internacional y respetar los derechos humanos», cuando se trata del Sáhara, ese mismo gobierno adopta la postura contraria y no sabe hacia dónde mirar. 

Porque siguiendo la filosofía de Gaza, la postura oficial del Gobierno debería ser «el Sáhara Occidental es para los saharauis», debería decir que «los saharauis han de vivir en el Sáhara», ya que según el derecho internacional, el «Sahara Occidental es un territorio no autónomo pendiente de descolonizar» y que mientras no se produzca la descolonización, España sigue siendo la potencia administradora del territorio.

Olvidados a pesar del continuo pisoteo de los derechos humanos por parte de Marruecos, pisoteo que parece no hacer mella en los democráticos gobiernos español y francés, y que tampoco son denunciados por la irrelevante misión de la ONU, la Minurso, creada en 1991 y de la que nada se sabe. Basta echar un vistazo a los boletines que emite Amnistía Internacional para ver multitud de denuncias a Marruecos por represión, falta de libertad de expresión, torturas y malos tratos, allanamiento de domicilios, ausencia de juicios justos, existencia de presos políticos.

Es inaudito que después de decenas de resoluciones de la ONU, donde se constata que el Sáhara sufre una ocupación ilegal y que es un territorio pendiente de descolonizar (el único por descolonizar que queda en África), tengamos que soportar a todo un gobierno español, rechazando la ocupación de Ucrania por Rusia, pero defendiendo que el Sáhara es marroquí, sin que les caiga la cara de vergüenza por la aberración, el insulto a la inteligencia, el menosprecio al pueblo saharaui y la violación de la legalidad internacional que esa postura supone.

Hasta China y Rusia, que no destacan en cuanto a libertades y derechos humanos, piden una solución justa y duradera al problema saharaui, basada en las resoluciones de la ONU, mientras que España y Francia, «campeones» en la defensa de las libertades y los derechos humanos, entregan un territorio que no les pertenece, a un gobierno déspota, represor y dictatorial que ha dado sobradas muestras del trato inhumano y cruel no solamente hacia el pueblo saharaui, sino también hacia el propio pueblo marroquí.

Sentencia de octubre 2024

En el caso saharaui, los países que justifican todo con razones de geopolítica, han tenido la suerte de ir a dar con un pueblo amante de la paz y partidario del diálogo, como lo demuestra el hecho que, desde 1975, la diplomacia saharaui haya ganado todos sus recursos en los foros internacionales (ONU, Unión Africana, Tribunal General de la UE), el último, la sentencia de octubre 2024, donde el Tribunal de Justicia de la UE reconoce que el Sáhara Occidental es una entidad separada de Marruecos y por tanto, no son válidos los acuerdos de pesca y agricultura que permiten a barcos europeos faenar en aguas saharauis o importar productos agrícolas saharauis con la etiqueta de «producido en Marruecos».

No vamos a dejar que todas las aberrantes propuestas del presidente Trump, faltas de ética, carentes de humanidad y radicalmente insolidarias, tapen o nos hagan olvidar otras actuaciones no menos lamentables, llevadas a cabo por unas instituciones burocráticas y unas maquinarias partidistas que se proclaman respetuosas de la legalidad internacional y defensoras de los derechos humanos, pero reducen la ética a una serie de rígidas reglas y frías leyes, en vez de concebirla como un proceso para determinar las mejores soluciones que puedan resolver los problemas que afectan a las personas, mejorando su felicidad y respetando su dignidad.

Porque hacer acto de presencia en lugares donde la sinrazón y la injusticia son la norma, es intentar entender el mundo que nos rodea para poder encontrar una explicación a cuanto sucede. Intentar entender sin dañar ni pisotear a los demás, haciendo lo que es moralmente correcto, poder decir a las personas que habitan esos sitios que tienen razón, que no están solos, saber escucharles, transmitirles que alguien se acuerda de ellos, que hay personas para las que no son invisibles, y a quienes no les parece normal ni justa ni decente su situación.

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