Opinión

Psicólogo social y escritor

Cómo hemos cambiado

Premiados en la gala de los Goya de este año.

Premiados en la gala de los Goya de este año. / Efe

Además de una fiesta de la industria cinematográfica, los Goya son algo más, también son un reflejo de cómo estamos, una muestra de la actualidad. A lo largo de su historia han servido para reivindicar y para denunciar aquellas cuestiones que estaban muy vivas en la calle. El escenario de los premios ha servido para manifestarse contra la guerra, en favor de los movimientos sociales, reconocer la tarea de la sanidad pública en la lucha contra la pandemia, todas ellas cuestiones muy alejadas del mundo del cine. Además, las obras que se han ido reconociendo por sus distintos méritos, también nos han ayudado a entender lo que nos ocurre en un presente en el que la bruma de la inmediatez no nos permite hacer buenos análisis de la realidad. Los Goya, en ocasiones a través de un contraste con el pasado, nos han enseñado de dónde venimos, que mimbres nos han precedido, de alguna manera la ficción se cuela para mostrarnos como somos.

Este año, los ganadores ex aequo ya parten de un hecho certificado, son historias basadas en hechos reales, anuncian que aquello que vamos ver ha pasado. Resulta curioso este binomio ganador que conjuga el disfrute de una buena película con una interesante crónica de finales del pasado siglo.

En El 47 contemplamos las consecuencias de la inmigración interior, las chabolas con vocación de barrio y un movimiento vecinal que lucha para mejorar las condiciones de vida de sus vecinos. A pesar del poco tiempo trascurrido y que la vivienda sigue siendo el eje de uno de los grandes problemas del momento, los hechos que se relatan tienen poco que ver con la vida de hoy.

En cuanto a La infiltrada, se trata de una película de acción que contiene elementos singulares que la alejan de otros abordajes que han tratado el terrorismo etarra. La forma en la que discurren los acontecimientos, el perfil de los personajes y el desenlace, nos muestra una trama que sería difícil de imaginar estrenándose en cualquier ciudad española, hace apenas unos años. El terrorismo de ETA ha desaparecido y la forma de abordar las distintas caras que ha mostrado se puede hacer sin más consecuencias.

Las dos películas ganadoras evidencian como hemos cambiado, la sociedad española está irreconocible en algunos de las circunstancias que eran trascendentales en el tramo final del siglo veinte. Temas que afectaban a grandes capas de la sociedad limitando derechos o amenazando al conjunto de la población, grandes injusticias sociales que parecían eternas, hoy nadie los recuerda. La memoria es una magnífica compañera de viaje para el progreso en una sociedad, de manera que bienvenida la ficción si nos sirve para fijarnos en el presente. 

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