Opinión

Periodista y escritor

Dos mascotas por cada niño

El 12 de mayo de 2023 el papa Francisco recriminó la conducta a una feligresa que le pidió que bendijera a su perrito. El pontífice fue contundente en su respuesta: “Señora, muchos niños sufren hambre y usted está con el perrito…”.

Una gata doméstica.

Una gata doméstica. / L-EMV

Hace unos años un joven marroquí, que llegó al sur de España en patera, declaró que había asumido ese riesgo tras ver en nuestras teles los anuncios de ricos y abundantes alimentos para perros y gatos. Así pues, aquel migrante pensó con lógica que si muchos españoles cuidaban de esa manera a sus mascotas, con mayor motivo atenderían a los refugiados que huían de la miseria. Pero el joven se vio pronto defraudado cuando tuvo que peregrinar de centro en centro de acogida, a cual más insalubre y hacinado. A raíz de la terrible época de la pandemia el número de mascotas se ha disparado hasta tal extremo que el número de estos animales domésticos había más que doblado al de niños en nuestro país. Para ser más exactos en 2021 los hogares españoles acogían a unos 13 millones de mascotas frente a 6,2 niños. Este auténtico fenómeno social comienza ahora a ser estudiado por sociólogos y psicólogos que, en general, vienen a concluir que el aislamiento, el individualismo y una creciente soledad alentada por el entorno digital se hallan entre las causas de este inmenso cambio. Cabe dar por supuesto que las motivaciones para tener un perro o un gato son tan variadas como las personalidades de sus dueños. Faltaría más. Ahora bien, cuando estas conductas se extienden como una tendencia en alza habrá que recurrir a análisis globales. Sin olvidar el factor económico que impulsa a un negocio de las mascotas que en 2023 facturó 1.750 millones de euros. Porque los animales de compañía comen, necesitan de asistencia veterinaria y algunos de ellos incluso requieren de un seguro médico o visitan con frecuencia la peluquería.

Durante décadas los dibujos animados de la factoría Disney se convertían en sinónimos de universos infantilizados que trataban de humanizar a los animales y animalizar a los humanos. Pero esa actitud, tildada hasta hace poco de ingenua y falsificadora, arraiga ahora con gran éxito entre una multitud de gentes que consideran a las mascotas como uno más de la familia. Basta con pasear por la calle y comprobar cómo, tanto dueños como dueñas, se dirigen a sus mascotas como si estuvieran hablando con el pato Donald, el ratón Mickey o las protagonistas de 101 dálmatas. Aunque resulte ocioso subrayarlo, convendrá recordar que entre las mascotas y los niños existen dos grandes diferencias. Las primeras no hablan pero además tampoco generan una huella que vaya más allá de la satisfacción de sus propietarios. Por todo ello, algunos ensayistas, como el filósofo Alejandro Pérez Polo en su reciente libro Tú no eres especial. Mascotas, selfies y psicólogos (Akal), apuntan a la soledad y a las dificultades en las relaciones sociales como grandes motivos de la fiebre por los perros, los autorretratos o los divanes de los psicoanalistas. Si un ejemplo sirve como botón, valdría la pena comentar que hasta comienzos de este siglo la ciudad del mundo con más perros y gatos era Berlín. No respondía a ninguna casualidad porque la capital alemana tenía el mayor número de viudas tras dos guerras mundiales. Hoy en día, convertida en ocasiones en una devoción religiosa, la mascotamanía ha llegado hasta el Vaticano. Así, el 12 de mayo de  2023 el papa Francisco recriminó la conducta a una feligresa que le pidió que bendijera a su perrito. El pontífice fue contundente en su respuesta: “Señora, muchos niños sufren hambre y usted está con el perrito…”.

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