Opinión | La ventana

Los sonidos del asombro

Coincido con el editor y con el consejero delegado en los aseos. A ninguno nos sorprende, los momentos son los que son. Aguardo a que salgan y el primero me muestra lo que acaba de entrar en el reloj de pulsera: «Abascal reafirma en Washington su adhesión a Trump y culpa a Europa de financiar la guerra a Putin». Le ruego que no me enseñe lo siguiente, pero no se va a amilanar por lo que vomite la actualidad. Se las ha visto de todos los colores y sabe que cuanto más crudo esté el patio mayor necesidad hay de estar informado como Dios manda. O debiera haber.

Lejos de la cumbre trumpista, en la que nos movemos acude gente de toda clase y condición entre la que sobresale parte del cogollito de ese Instituto de Neurociencias que no se lo salta un galgo. Me intereso por ver si andan detrás de descubrir cómo algunos cerebros pueden pervertirse hasta estos extremos, pero ignoro si llegarán a tiempo. Para Willy Brandt, «una situación se convierte en desesperada al comenzar a pensar que es desesperada». ¡La que nos ha caído encima! J. D. Vance, el vice, que ha tomado el relevo de Taylor Swift y lo tenemos gira que te gira dándole al pico hasta que expíe las culpas por lo que vomitó en su día del jefe, ha dejado caer que «el retroceso en valores es una amenaza para la UE más peligrosa que Rusia». No sabes si es peor que se armen o que desarmen. Pero las señales buenas no son. Antonio Mira-Perceval, de la Sindicatura de Cuentas y persona de consenso, propugna porque en los actos que incluyan un himno demos paso al de Europa, que es donde nos la jugamos. Pep, ya menos, claro.

Tras verle las orejas al lobo, la primera ministra danesa ha destinado más fondos a su ejército. Junto a lo meritorio, no puedes evitar pensar que solo sirva para completar una temporada imprevista y dolorosa de ‘Borgen’. Me pregunto qué pensará Tom Cruise con la cantidad de rusos a los que ha liquidado en nombre de la democracia. La previsión es rodar en mayo la última de «Misión imposible». Luego ya no habrá mal que por bien no venga. ◼

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