Derribar el muro

“No es a usted, mi querido Mill, a quien debo decirle que el mayor mal que amenaza a un pueblo organizado como el nuestro consiste en la debilitación gradual de la moral, el rebajamiento del espíritu y la mediocridad de los gustos: ahí yacen los grandes peligros del futuro”, le decía en una carta Alexis de Tocqueville a John Stuart Mill que leo referenciada por Raymond Aron. Confieso que me atrae encontrar respuestas de hoy en palabras escritas ayer. Y reconforta, porque aun teniendo la impresión o la certeza de algo, siempre albergas esa duda que invita a la prudencia; entonces, te refugias en la teoría clásica.

La evidencia es el mundo en un compás de espera. Es la Unión Europea ante la responsabilidad de erigirse como el centro de gravedad de la democracia. Es el muro invisible que se va alzando contra ella, paradójicamente, desde el lugar que la vio nacer. Es la vil excusa contra la migración. Es el resultado de las pasadas elecciones en Alemania con la extrema derecha convertida en segunda fuerza política por delante del SPD. En Alemania, sí. Es preguntarse si puede haber mayor “debilitación gradual de la moral”, “rebajamiento del espíritu” y “mediocridad de los gustos” en este tiempo que vivimos.

La evidencia también es la que nace de la mentira política, como la que hierve cerca. Es el muro invisible que crece, casi por momentos, entre el Consell y la sociedad valenciana. Es la perplejidad ante la ausencia de explicaciones. Es la realidad que se construye desde la ficción. Es el mundo del revés: responsables que se creen víctimas. Es el tiempo de descuento. Es la imposibilidad de sostener tremenda torpeza e irresponsabilidad ante tanto dolor. Es preguntarse si puede haber mayor “debilitación gradual de la moral”, “rebajamiento del espíritu” y “mediocridad de los gustos” con todo lo que vamos conociendo. Siempre hay esperanza. Hoy, la de encender la política desde una mirada limpia, con verdad. La del empeño por devolver la dignidad a las instituciones. La de encontrar el encanto para derribar el muro invisible. El de aquí y el de allá.