Opinión | Bolos
El lío del IVAM
Si el jurado del concurso del IVAM no lo impide, volverá la etapa oscura y el desconsuelo al mueso
La pinacoteca ha sido el deseo oculto de aquellos que intentan añadir su nombre a la magna institución

Fachada del Institut Valencià d'Art Modern (IVAM). / E.P.
Que un exdirector del IVAM como José Miguel García Cortés concurra otra vez al cargo, auspiciado por el entorno de Consuelo Císcar, demuestra la falta de amor propio colectivo. Le asiste todo el derecho del mundo a presentarse, faltaría, el mismo que al jurado repasar como convirtió el IVAM en una Casa de la Cultura, con todo el respeto a los gestores de esos templos locales que con más vocación que presupuesto hacen milagros. Hemos cometido tanto mal en uno de los máximos referentes museísticos que sería injustificable repetirlo, con revanchismo incluido. El museo siempre ha sido el deseo oculto de aquellos que intentan añadir su nombre al prestigio de la magna institución. Directores como Tomàs Llorens, Carmen Alborch, Vicent Todolí, José Francisco Yvars, Kosme de Barañano y Nuria Enguita eran indiscutibles, no así Conselo Císcar, una aficionada al arte que acabó imputada por delitos de malversación, prevaricación y falsedad en sobrecoste. Fue finalmente condenada por utilizar el museo para promocionar a su hijo artista. En aquellos días el brutalismo cultural valenciano se caracterizó por la cara de hormigón que pusieron los que dejaron hacer y también los que miraron a otro lado. El camaleónico García Cortes, veterano colaborador de Císcar en la redacción de catálogos, discursos e incluso programas electorales, llegó al IVAM bendecido por una administración del PP, pero enseguida se hizo botánico de primera fila, hasta que fue descubierto. En el pecado lleva la penitencia aquel Consell progresista, y en intentar convertir el IVAM en una especie de museo móvil, con sede en Alcoi, la proyectada en el Parc Central, y la nonata de Morella, en una ximada que provocaba sofocos a los que oían el despropósito. O el intento de opa hostil al MuVIM que ideó el aspirante repetidor.
El IVAM junto con Les Arts son los portaaviones de la cultura valenciana, y ambos sufrieron el desprestigio y la mala reputación. La catedral lírica salió de aquel pozo porque se buscaron a los mejores, en un concurso impecable, y las alabanzas aumentan. Con el museo no ha habido suerte, y por lo que parece, si ese jurado más o menos independiente no lo impide, volverá a su época más oscura. Un desconsuelo.
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