Opinión

Departamento de Historia de la Filosofía en la UCM

Dios nos libre de nuestros amigos

"Las guerras de Estados Unidos, de hecho, eran las guerras de Netanyahu"

Europa fue arrastrada a una guerra con la idea de vencer a Rusia

Trump va con los vencedores. Pactará con Putin y pactará con Netanyahu

Trump y Netanyahu, en la Casa Blanca.

Trump y Netanyahu, en la Casa Blanca. / E.P.

Hay que leer el discurso de Jeffrey D. Sachs en el Parlamento Europeo. No es la Biblia, pero se le parece. El propio Sachs, como Mateo y Juan, los evangelistas, reclama la condición de testigo ocular de todo lo que dice. Pero Sachs, como la Sagrada Escritura, habla del pasado. Todo lo que dice puede ser la verdad revelada, pero no ilumina el futuro. Hay algo de tono profético en este arquitecto de la época global. Pero es fácil profetizar sobre el pasado. 

Su tesis es que su país, Estados Unidos, tiene una política equivocada. Incluso más: que Estados Unidos está constitutivamente imposibilitado para una política internacional sana. Sachs no lo dice. Esto lo añado yo. Es el destino de los imperios modernos. Siempre se equivocan porque ignoran a los otros. Las personas inteligentes, dice Sachs con razón, no son las que más hablan consigo mismas. La teoría de juegos es un simulacro de inteligencia. La IA otro. En realidad, es solipsismo.

Simpatizo con Sachs porque simpatizo con su descripción de la lógica imperial. No hay obligaciones internacionales vinculantes para Estados Unidos. No hay reconocimiento del otro. El Leviatán de Estados Unidos, como el superhombre de Nietzsche, es autorreferencial. Sólo se escucha a sí mismo. Sachs nos recrimina con razón que los europeos hayamos sido leales a este Leviatán. "Europa no ha tenido política exterior […] Solo lealtad estadounidense". Asumimos la cláusula "Protección a cambio de obediencia". Hemos ignorado todo el saber histórico que dice que esta cláusula nos pone en manos del que obedecemos, que puede en cualquier momento dejar de protegernos. Esta sabiduría es muy vieja. 

Esto era previsible. Sin embargo, la verdad revelada más importante no procede de Sachs, sino de Dennis Fritz, el autor del libro Traición mortal, que narra la verdad sobre la guerra de Irak. Expuesto con crudeza: la política exterior de Estados Unidos se hace en Jerusalén. "Las guerras de Estados Unidos, de hecho, eran las guerras de Netanyahu". Sachs habla de "Netanyahu y su equipo político estadounidense". Ellos establecieron el orden de las guerras: Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán. Esto ya se dijo en 2011. No era una profecía, sino un plan.

¿Pero qué tiene esto que ver con ampliar la OTAN hacia oriente? Sachs no explica muy bien la relación de este proyecto con desestabilizar todo el Mediterráneo. Esta pregunta es la relevante. La OTAN rodea a Rusia, e Israel se lleva los beneficios. La decisión de aislar a Rusia implica evitar su salida al Mar Mediterráneo –“todo lo que saben los americanos lo aprendieron de los ingleses”, y esa decisión fue tomada hace treinta años. Su premisa era que Rusia era Europa, que no tendría otra opción que aceptar la expansión y que jamás se uniría a China. El genio de esta tesis era Brezinsky, el mismo que dijo que sólo se podría gobernar el mundo con comida basura y pornografía para las poblaciones subalternas.  

Rusia, desesperada, ha movido ficha. Se ha ido con China. Y Estados Unidos se asusta de esa consecuencia y busca la alianza con Moscú. Lo sustantivo fue la instrumentalidad de la OTAN para impedir que Rusia controlase el Mediterráneo. Para eso se usó a Europa. Israel ayudaría a cambio del ingente beneficio de rediseñar el Oriente Medio a su favor. Ese es el hilo de la madeja. Por eso Europa no dijo ninguna palabra contra Israel. Todo cuadraba. Pero por ahora, el resultado es sólo uno: Rusia no pierde, e Israel gana. Ucrania no entrará en la OTAN, pero la opción de incendiar el Mediterráneo sigue en pie. Hamás, Hezbollah, Líbano, Siria, Libia, Sudán y, en el horizonte, Irán. ¿Alguien ha escuchado el apoyo de Israel a Ucrania? 

Los tres grandes servicios secretos se unen como vencedores. La actualidad, esto es lo decisivo, es que Europa fue arrastrada a una guerra con la idea de vencer a Rusia según la premisa de que Putin no podría asumir la separación de Europa. Ahora, Estados Unidos se va de esa guerra, declara vencedor a Rusia y nos deja como vencidos. La consecuencia es que Trump tiene mejor escenario para negociar con los vencidos. Esquilmará a Ucrania. Y esquilmará a Europa. La mano de Trump va con los vencedores. Pactará con Putin y pactará con Netanyahu.

Respecto del futuro, no comprendo cómo Sachs nos pide que negociemos con Putin.  Eso habría sido posible si Europa se hubiera plantado, como en la guerra de Irak, y se hubiera negado a ser beligerante, exigiendo la neutralidad para Ucrania. Entonces podría haber sido un socio fiable para Rusia. Ahora es beligerante. Sachs dice que no vayamos a mendigar a Washington. Y tiene razón. Eso estimularía el sadismo de Trump. ¿Pero a qué iríamos ahora a Moscú sino a mendigar? ¿Y alguien cree que con esto se tambalearía el entendimiento entre Putin y Trump?

Sachs, como lo fue nuestro Saavedra Fajardo, es un teórico de la neutralidad. El pasado es el que dice, pero no ve el futuro. Hemos jugado como subalternos y quedamos a merced de nuestros amigos, que nos obligaron a tener enemigos con los que ahora pactan. Podemos considerarlo un plan diabólico, pero el diablo se ensaña con los débiles. Si no aprendemos esto, tan viejo como el mundo, sólo debemos entonar “¡Ay de los vencidos!” Esa es la condición que debemos evitar. Eso nos une a Ucrania. Pero debemos saber que, incluso para ejercer la neutralidad, se necesita fuerza autónoma. Eso explica nuestro movimiento a la desesperada. Quizá la doctrina venga después.  

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