Opinión

Psicólogo general sanitario en la ciudad de València

¿Unas Fallas sin alcohol?

Paisaje tras un botellón.

Paisaje tras un botellón. / Daniel Tortajada

Si le preguntas a cualquier valenciano o valenciana del Cap i Casal, probablemente tuvo sus primeros encuentros con el alcohol durante unas fiestas falleras, en una mascletà o en la verbena de su barrio, en plena adolescencia y junto a otras personas de su edad.

Los estudios al respecto no dejan lugar a dudas. El 35% de la gente joven se inicia en el consumo de alcohol en fiestas populares como las Fallas, según un estudio presentado a principios del 2024 por Junta Central Fallera. La juventud valenciana, además, es la segunda más precoz en el inicio del consumo de alcohol, solo por detrás de Extremadura. De media, a partir de los 16 años, como refleja la Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (2024).

Las razones son conocidas en los informes anuales sobre prevalencia de consumo de sustancias. “Es divertido y anima las fiestas”, opinan casi 7 de cada 10 menores de 18 años, o “te gusta cómo te sientes”, afirman 4 de cada 10. Sin embargo, no se perciben del mismo modo los riesgos para la salud, los conflictos vecinales, accidentes, peleas y basura acumulada que obligan a reforzar los servicios públicos de limpieza, seguridad y urgencias sanitarias.

Sin embargo, desde 2017 se observa un aumento progresivo de personas que deciden disfrutar de las Fallas sin alcohol, pasando de un testimonial 15,4% de personas que decidían no beber durante las fiestas, a un significativo 23,2% en 2024, si observamos los datos de la ONG Controla Club. Son las comisiones falleras y el Ayuntamiento de València, por tanto, las principales responsables en la prevención del abuso de alcohol.

Se ha demostrado que uno de los factores de mayor riesgo para el consumo de cualquier droga es su disponibilidad. Cuanto más accesible y asequible económicamente, mayor es la probabilidad de consumirla. Que una conocida marca de cerveza sea patrocinadora de eventos falleros, no ayuda nada. Que el Gobierno de la ciudad recorte en planes de prevención para jóvenes e ignore la petición de la Policía Local de limitar los horarios de venta de alcohol y aumentar inspecciones en Fallas, tampoco.

La fiesta fallera tiene un potencial extraordinario para hacerse valer como patrimonio inmaterial de la humanidad. Las Fallas son arte, música, gastronomía, moda y pirotecnia. Son cultura, hermandad, devoción y tradición. En nuestras manos está la posibilidad de ofrecer una fiesta más inclusiva, más diversa y, sobre todo, más saludable. 

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